Estoy conmovido. ¿Cómo algunos diablos infernales nos hemos atrevido a dudar de la dignidad (del honor), autenticidad y veracidad de algunos de nuestros inmaculados recientes informadores gubernamentales? ¿Qué penitencia deberé imponerme para pagar tan infame error? Por pecador incrédulo deberé obligarme a escribir durante 39 años (de los que ya llevo 8 y sólo me quedan 31) en el asfalto de una autopista (en el encerado no cabría): “El Bushismo y el Aznarismo son buenos, los mejores, verdaderos y tienen la Razón” bajo la atenta y vigilante mirada de aquel que un día tuvo la tentación de bajar a la tierra, redimido por los suyos en la plaza de toros, y repuesto en su jefatura por absolutamente imprescindible (ya no sirve su sucesor nombrado).
No importa que los documentos desclasificados tengan una letra que parece suya, ni que el hecho de desclasificarlos nos ponga a todos los españoles en peligro como si su supuesto honor, para ellos, fuese más importante que la seguridad de todos los españoles (“no, es que sólo hemos desclasificado aquello que no pueda perjudicar a nadie”. Entonces, ¿cómo era aquello de las verdades a medias?). No importa que dos semanas antes de las elecciones hubiera una manifestación en Barcelona contra el terrorismo apoyada por todos los partidos democráticos menos el PP. No importa que todos los Partidos Políticos excepto el PP y el PSOE fueran excluidos del Pacto Antiterrorista y que cuando, dos semanas antes de las elecciones, el lider del PSOE pidiera una reunión urgente del Pacto Antiterrorista (PP PSOE) el PP contestara que mientras el PSOE mantuviera el gobierno de la Generalitat (expulsar a ERC equivalía a perder el Gobierno) no era posible el diálogo de ellos dos contra el terrorismo. No importa que cuando hace poco más de un año la ONU y el 90% de los españoles (muchos de ellos del PP) dijeran al Gobierno y al Parlamento que no había razones suficientemente demostradas para justificar el genocidio en Irak, éste y la disciplina mansoniana (lo malo es que en lugar de suicidarse todos aprueban el genocidio) desoyeran tal clamor y nos metieran en el genocidio iraquí y en el “eje del punto de mira” del “eje del mal”. No importa el trato subanimal que se inflinge a los Talibanes (sacerdotes de otra religión) y a otras personas (muchas de ellas totalmente inocentes) en Guantánamo (total no son españoles). No importan las decenas de muertes diarias y familias rotas en Irak (total no son españoles y, además, no reconocen su responsabilidad en ellas: Aquello de la causa-efecto) desde el 20M de 2003.
No importa que para defender su honor indefendible (aunque se confirmara que hubiese sido ETA no dejaría de ser un fracaso estrepitoso del Gobierno y de su política antiterrorista, ¿no nos había prometido el Sr. Aznar que acabaría con el terrorismo? ¿Y pensaba hacerlo de esta forma con este final?) lleguen a un equilibrio tan problemático (los voceros del régimen encorajinan a sus adeptos) que pongan en peligro la concordia y la paz entre los españoles (su conocida permanente polarización y crispación, forzada al máximo). No importa que para ellos sea más importante su propio ombligo que asegurar la paz entre todos los españoles. No importa que esta actitud les hiciera perder las elecciones. No importa que el peligro que nos ocasionan y la esperanza de que muchos de sus simpatizantes utilicen más la verdadera razón que la razón visceral y reduzcan el Partido a un Partido residual (puede haber una derecha pacífica, pacifista y conciliadora, una “derecha inteligente moderada” en lugar de esta “derecha pura y dura excitada y excitante”.
Lo dicho, estoy conmovido... y muy preocupado: escuchando el comunicado del Sr. Zaplana y leyendo los escritos incitadores de Ussía y Pedrojota y las arengas de Losantos pienso que el intento o ensayo (a ver como responde la gente) de golpe de estado civil aún no está superado. Ahora toca presionar a la opinión pública. Espero de la salud mental social de ésta que, esto, siga teniendo el efecto contrario y sigan reduciendo su simpatía y su peligro.
Si es cierto que vds. tienen dignidad como afirman hagan un último favor a España: calmen a su gente, vayamos a la manifestación contra la guerra (“todos juntos”, igual que contra el terrorismo) y desconvoquen todos los actos multitudinarios de exaltación propia (no venezuelicen España). Así tendrán también algo que Dios y la Historia les podrá reconocer y agradecer.
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