29 marzo 2004

Enseñar a pensar. Josep M. Terricabras

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Josep M. Terricabras Nogueras, catedrático de Filosofía de la Universidad de Girona

Se puede enseñar a calcular, a leer, a coser, a relajarse, porque estas actividades dependen de técnicas, pero, ¿se puede enseñar a pensar? Para desarrollar el pensamiento hay técnicas, pero no sólo; también hay intuición, capacidad de relación y otras cosas.
Eso de pensar es muy importante y la verdad es que los humanos lo hacemos, pero quizá poco. ..... si le decimos a nuestros hijos «sé solidario, ama a los demás, sacrifícate, no seas violento o sé violento...», ¿cómo les enseñamos estas cosas? No son exactamente cosas que se enseñen sino que se aprenden. Tiene que haber alguien que las ponga ante tus ojos y tú las aprendes. Así es como se aprenden las cosas más importantes de la vida. A mí me gustaría, antes de morir, tener el siguiente diálogo y que alguien me dijera:
–«Terricabras, ¿tú enseñas a pensar?»
Y me gustaría poder decir:
–«No, yo no enseño a pensar, pero a mi lado se aprende».

Me gustaría poder decir que he creado el clima, las condiciones para que a mi lado la gente esté «en marcha», para que la gente piense, relacione, tenga espíritu crítico, se mueva. ... aprender a pensar, como cualquier otro valor entre los humanos, se aprende de los demás; eso no se aprende solo. ...para pensar, para amar, para todo, necesitamos «una dieta variada».
Es decir, pensamientos diversos, estímulos diferentes....
Lo que debe hacer nuestra cabeza es buscar, justamente, la variedad en aquellas cosas que examinamos y sus relaciones. Eso es lo que hará que nuestro pensamiento sea un poco más sutil...
Nuestros conceptos, nuestras ideas, se deben adaptar a lo que vamos viendo, que vamos viviendo, que queremos ir entendiendo y que, a veces, queremos ir cambiando, porque la realidad que vemos no es una realidad que siempre nos guste. Es una realidad que queremos entender, pero que queremos cambiar cuando no nos gusta. Y esto no se puede hacer con definiciones cerradas, mezquinas, reducidas, y tampoco se puede hacer con blanco y negro, con sí o no...
La persona que no es reflexiva necesita esquemas, eslóganes, cosas simples, definiciones, blanco o negro, sí o no... En cambio, la persona reflexiva además de serlo es un modelo de ciudadano, porque ejemplifica una manera de entender la ciudadanía. Es más comprensivo con el otro; escucha, relaciona, se vuelve crítico y, por lo tanto, autocrítico.

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