El primer parque nacional de Baleares (Ley 14/91, Cortes Generales españolas) comprende la isla de Cabrera y otros islotes como Redona, Esponja, Conillera, Imperial, na Plana, na Pobra, els Estells..., además de una gran extensión marina. De las 10.000 ha del parque nacional, 1.836 son de tierra emergida. Pinares y matorrales de acebuche, relámpago bordo y mata cubren el suelo árido, con romeros, cipreses, jaras y cañas hierlas. Ginestas y lecheras ponen colores en el ambiente poco lluvioso. Las sargantanas endémicas corren por todas partes. Halcones marinos y águilas pescaderas, con trompos, pardillas, nonetas, cormoranes y gaviotas de pico rojo son el florete de especias que justifican la protección del lugar.
El mar ha moldeado, durante milenios, las aceras rocosas de los islotes y de Cabrera Gran. En el puerto, refugio en días de mal tiempo, un viejo castillo roquero recuerda épocas de piratería y de penuria en el mismo mar donde se pueden ver delfines y mulares, tintoreras, bandadas de atunes y agrupamientos meneados de pámpulos o relámpagos en la superficie, perseguidos antaño por pescadores y hoy sólo por aves marinas. Los fondos del entorno de Cabrera son una reserva de especias y de hábitats. Sobre todo, han podido recuperarse los algares -praderías de Posidonia oceanica- donde muchísimas otras especies encuentran protección y cobijo y por medio de los cuales se regenera el oxígeno de las aguas.
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