21 noviembre 2024

Psicología 07: Frustración, conflictos, tendencias y motivaciones

Psicología 07: Frustración, conflictos, tendencias y motivaciones

1 La teoría de la frustración y el conflicto:

Para lograr el mismo objetivo, el hombre puede recurrir a conductas distintas. Algunas rutas son directas, otras tortuosas. Así existe en el comportamiento humano motivado una variabilidad extrema, una de las causas esenciales es la frustración. Cuando el desarrollo habitual del comportamiento humano moticado se ve bloqueado por un obstáculo, sea cual sea la naturaleza de este último, el organismo busca adaptarse a la nueva situación para alcanzar su objetivo por otro camino. El término frustración se refiere a este tipo de situación, en la que un obstáculo (o evento frustrante) modifica el comportamiento del sujeto. El evento frustrante tiene una acción profunda sobre el conjunto de la psique, que encuentra su expresión tanto en la aparición de contenidos de la conciencia como en la reorganización del comportamiento.


Con frecuencia, el objeto del comportamiento motivado no es consciente, aunque el sujeto resentirá las consecuencias de la frustración, por ejemplo sentirá emociones como la ira o la angustia, sin poder detectar las causas reales. La frustración podrá tener consecuencias muy diversos dependiendo de numerosos factores: la naturaleza del obstáculo frustrante, la fuerza de la motivación del comportamiento que se encuentra frustrado, finalmente la personalidad del sujeto que sufre la frustración. Es una combinación de estos tres grupos de influencias que dependerá, en definitiva, la naturaleza y la forma de la reacción a la frustración y de la reestructuración ulterior de la personalidad. Según su grado de adaptación a la situación, la reacción a la frustración podrá ser considerada como normal o patológica, de acuerdo a los factores que hemos enumerado. 

A  Tipos de frustración:

Es posible clasificar los acontecimientos frustrantes en dos principales tipos que nos permiten distinguir: frustración primària y frustración secundaria. 

Frustración primaria:

El acontecimiento frustrante consiste en la ausencia del objeto necesario para la satisfacción de la conducta motivada. Es, por ejemplo, la ausencia de comida para un sujeto hambriento. 

Frustración secundaria:

El acontecimiento frustrante es un obstáculo en el camino que conduce al objeto del comportamiento motivado. Este obstáculo puede ser interno o externo al individuo, y ser pasivo (es decir, actuar sólo con la presencia del objeto) o activo (es decir, ser un componente dinámico dirigido en dirección opuesta a la fuerza motivante). Así, en la frustración secundaria pueden existir cuatro tipos de obstáculos:

a) Obstáculo pasivo externo: Es por ejemplo para la rata hambrienta la rejilla que la separa de la comida. En los humanos, esta frustración es, a menudo, la ausencia de un medio esencial para lograr el objetivo que esta buscando. 

b) Obstáculo pasivo interno: Implica una incapacidad del individuo.
Adler concede gran importancia a este tipo de frustración. Según él, muchos comportamientos normales y patológicas serían intentos, a veces exitosa, a veces por el contrario inadecuados, para resolver el problema frustraciones provocadas por inferioridades físicas del individuo, que no le permiten alcanzar los objetos que busca (complejos de inferioridad). El sujeto busca compensar su inferioridad y este esfuerzo muchas veces sobrepasa su objetivo (pequeña compensación). Adler considera que esta reacción a la früstratiôn puede conducir a resultados de alto valor (esto es el ejemplo clásico de Demóstenes cuyo arte oratorio habría encontrado su fuente para tratar de superar un impedimento del habla), pero también malas adaptaciones, por ejemplo una brutalidad y despotismo sería, a menudo, una sobrecompensación excesiva del sentimiento, dolorosamente resentido, de ser pequeño o de
tener una malformación física.

c) Obstaculo activo interno: Está representado por un impulso del mismo objeto, pero de dirección opuesta al impulso inicial. Esta competencia entre dos impulsos es sin duda el tipo de frustración que tiene mayor importancia en la psicología, quien juega el papel esencial en la formación de la personalidad y en la aparición de fenómenos patológicos.

d) Obstaculo activo externo:  Se lleva a cabo, en psicología animal, mediante una superficie de metal electrificada que una rata hambrienta debe cruzar para obtener su comida. En psicología humana, la situación frustrante más habitual de este tipo está representado por padres que prohíben, bajo amenaza de un castigo, una actividad a un niño.
Se llama generalmente conflicto las situaciones de frustración secundaria correspondientes a obstáculos activos, internos o externos. Si los conflictos internos son los más importantes en la psicología del hombre adulto, los conflictos externos son más fáciles de provocar experimentalmente, especialmente en los animales, y las teorías del conflicto se basan principalmente en su estudio.
La Tabla II representa esquemáticamente estas variedades de frustración y especifica el lugar del conflicto.

Esta esquematización de los hechos ha sido discutida. Algunos autores reducen la noción de conflicto en el dominio de los obstáculos activos internos. Las reacciones a la frustración, cualquiera que sea su naturaleza, pasiva o activa, externa o interna, del obstáculo encontrado, no difieren fundamentalmente entre sí. Es por lo tanto, teniendo en cuenta la fluidez de los límites entre frustración y conflicto que será considerado la reacción del organismo en estas diversas situaciones.

B  reacciones a la frustración:

Las reacciones ante la frustración se pueden estudiar en animales, en niños, en personas adultas. De este modo es posible encontrar un cierto
número de modelos fundamentales cuyas características esenciales aparecerán con más claridad en los animales que en los humanos, en los niños que en los animales. En los seres humanos adultos, de hecho, la complejidad de la organización de personalidad enmascarada, bajo disfraces que a menudo son difíciles de percibir, la naturaleza de las reacciones.

1 La frustración en la psicología animal:

Entre los numerosos estudios sobre el efecto de a frustración en los animales se perciben tres grupos que enfatizan aspectos fundamentales comunes al animal y al hombre.

a) Agresión reaccional y desplazamiento de la agresión:
La agresión es, con la huída, el modo más habitual de reacción a la frustración. La agresión, y la huida, ocurren bajo condiciones bien definidas. Se la constata facilmente cuando un animal de la misma especie penetra en el "territorio" del anial observado. Las reacciones han sido estudiadas, en cuanto a su naturaleza y sus condiciones desencadenantes, con gran precisión en muchas especies animales (peces, aves, mamíferos), porque ofrecen medios de experimentación de fármacos con acción psicotrópica, algunos de los cuales probablemente supriman la agresividad reactiva. Se han desarrollado, igualmente, tests  psicofarmacologicos que permitirían predecir, a partir de la acción de animales, los resultados de la administración de un fármaco a un paciente con intolerancia patológica a la frustración, como se observa en ciertos estados neuróticos o psicóticos.
Normalmente, la agresión del animal frustrado se dirige contra el animal fuente de frustración (es en realidad un obstáculo activo externo, es decir de un conflicto un experimento nos permite demostrar el mecanismo fundamental del desplazamiento de la agresión. Metemos en la misma jaula dos ratas. La jaula está en ciertos momentos, recorrida por una corriente eléctrica de modo que los animales reciban descargas desagradables. Cuando, durante estos períodos, las ratas adoptan una actitud agresiva entre sí, la corriente es inmediatamentemte cortada. Los animales así recompensados, rápidamente se vuelven extremadamente agresivos con su compañero de jaula, y de hecho lo ataca tan pronto como comiencen las descargas eléctricas. Cuando esta agresividad está bien establecida, colocamos una de las ratas sola en una jaula con una muñeca de tela. Tan pronto como se activan las descargas eléctricas, la rata ataca inmediatamente al muñeco, como atacó antes a la otra rata que ahora está ausente. La agresión pasó de la rata a la muñeca.

b) Frustración y rigidez del comportamiento:

Cuando, bajo la influencia de fricciones repetidas, el individuo ha adoptado un modo de comportamiento reactivo, posiblemente bien adaptado a la situación frustrante, tiende a utilizar rígidamente este comportamiento en situaciones nuevas, aunque se vuelvainadaptado. Este fenómeno, que explica muchos comportamientos humanos patológicos o al borde de lo patológico, puede ser demostrado en animales. A las ratas se les presenta un problema insoluble. Desde una plataforma, pueden saltar hacia una u otra de dos aberturas cubiertas con tarjetas, que representan respectivamente un círculo blanco en fondo negro y un círculo negro sobre fondo blanco. Una de estas tarjetas puede bascular bajo el empujón de la rata, y el animal encuentra comida detrás de ella. La otra tarjeta está firmemente fijada para que la rata salte sobre ella. Golpea y cae al suelo de la jaula. Las dos cartas son irregularmente y  alternativamente fijadas, de modo que la rata, cualquiera que sea la elección tiene una probabilidad entre dos de volver a caer al suelo de la caja. Ningún aprendizaje es posible: el problema es insoluble y constituye una situación de frustración. Ciertas ratas desarrollan el hábito de saltar sistemáticamente en la misma dirección, por ejemplo hacia la abertura derecha. Cuando este hábito, que corresponde a una reacción adaptada a la situación, está bien fijado, retiramos la tarjeta izquierda, y colocamos en esta abertura los alimentos fácilmente accesibles y claramente visibles. A pesar de esto, las ratas continúan saltando a la abertura de la derecha, aunque sólo tienen una oportunidad de cada dos para conseguir comida allí. El comportamiento reactivo ante una situación frustrante se ha vuelto estereotipada y persiste a pesar de la posibilidad obvia de una mejor solución.

c) Influencia de las frustraciones en el joven sobre el comportamiento posterior:

La experiencia anterior demuestra que la influencia de la situación frustrante se extiende más allá del período durante el cual ella està presente. Es posible aplicar estas conclusiones a períodos muy distantes de la frustración inicial. Frustraciones que ocurren en una edad temprana tienen un efecto persistente a lo largo de la vida.
Las reacciones adoptadas ante la primera frustración reaparecerán cuando surjan nuevas situaciones que evoquen la situación inicial. Ratas criadas con una cantidad limitada de alimentos, puestos estos a su disposición durante un corto período del día, tienden a acumular reservas de alimentos en un rincón de su jaula (comportamiento de acaparamiento). Tomamos dos grupos de ratas que durante las primeras semanas de su vida se crían en diferentes condiciones: algunos con cantidad permanentemente ilimitada de alimentos, otros con restricciones de tiempo y cantidad fuente de alimentación. Sólo las segundas tienen un comportamiento de acaparación.  A continuación ambos grupos reciben una nutrición abundante e igualitaria. El acaparamiento desaparece en las ratas que lo habían presentado. Varias semanas después, cuando las ratas ya son adultas, ambos grupos son sometidos a un período de restricción de comida durante tres días. El acaparamiento aparece en ambos grupos de ratas, pero en uno que inicialmente se había sentido frustrado desde el punto de vista de comida es significativamente más intenso y más prolongado que en el otro grupo. La frustración infantil influye en el comportamiento reactivo del adulto en una situación análoga.

2 La Frustración en los niños:

El estudio de la frustración en los niños tiene un doble interés. La frustración es relativamente fácil de observar es muy a menudo provocada por las prohibiciones de los padres, o por conflictos simples con los hermanos y hermanas o con otros niños. y la reacción generalmente tiene un carácter inmediato y típico. Tiene, al mismo tiempo, una importancia particular, pues una parte de los modos de reacción del adulto estarán determinados por las frustraciones sufridas en la infancia, y por el estilo de reacción que entonces se adoptó.

a) Reacciones inmediatas a la frustración observadas en la vida corriente: La cólera es una emoción frecuentemente desencadenada en los niños por una situación frustrante. El niño grita, llora, se queja, incluso, en situaciones extremas, se tira por el suelo. 
La agresión se involucra, frecuentemente, con la cólera y la prolonga. Puede ser evidente, manifestándose en forma física contra objetos o contra otros niños causa frustración, o si el agente frustrante no puede ser  atacado entonces es desplazado: el niño reprendido por sus padres rompe los objetos que estan a su alcance. Puede tomar aspectos más sutiles: los celos frecuentes hacia un hermano o hermana menor, cuyo nacimiento frustra al niño de la atención exclusiva que le dedican sus padres.
El aislamiento: El niño que acaba de ser castigado huye llorando y se refugia solo en una habitación hasta que la tormenta emocional provocada por la frustración se apacigua. A veces, esta reacción se prolonga: el niño evita en presencia del padre que lo castigó y la de los miembros de los familiares que presenciaron el castigo. Hay que reprenderle el mal humor, porque combina aislamiento y hostilidad.
La hipersensibilidad: Algunos niños, bajo la influencia de frustraciones
repetidas ven disminuir su tolerancia a la frustración. Son facilmente dolidos y lloran al menor aviso.  Se observa con frecuencia  este tipo de reacción durante las rivalidades entre hermanos y hermanas, y cuando  el niño es sometido a incesantes reprimendas verbales por parte de sus padres.
La dependencia: A menudo está relacionada con la hipersensibilidad. De hecho es una reacción secundaria a la frustración, porque es para el niño un medio para evitar las frustraciones a las que se ha vuelto muy sensible. Busca el apoyo y protección de uno de los padres, con el fin de poder retrasar el momento en que tendrá una actividad independiente: comer, vestirse o dormir solo. El conjunto constituido por la secuencia: frustraciones repetidas - hipersensibilidad - dependencia, es común.
Se pueden describir otras reacciones inmediatas. Así, la actitud de egoismo: El niño frustrado se negará a prestar sus juguetes, a ayudar a un compañero o al padre o la madre cuando estos se lo pidan. Esta actitud se combina con frecuencia con el aislamiento.
El modo de reacción inmediata dependerá tanto de la naturaleza como la intensidad de las frustraciones y de la personalidad del niño. Esto determinará, de hecho, la tolerancia a la frustración y estilo de respuesta: algunos niños responden principalmente con ira y agresión, otros con aislamiento, hipersensibilidad o dependencia. obviamente hay interacciones complejas entre frustración y personalidad, de las que emergen gradualmente los hábitos de reacción.
b) Reacciones ante la frustración observada en situaciones experimentales: El peligro de cambios desfavorables permanentes en la personalidad restringe considerablemente la posibilidad de realizar estudios experimentales. Existen, sin embargo, algunos, por lo que fue posible objetivar la reacción de regresión. Se designan, bajo este término, las reacciones en las que el niño frustrado adopta la conducta que era suya cuando era más pequeño.
En medicina, la enuresis en los niños, un fenómeno complejo, puede, en algunos casos, ser una reacción regresiva, al mismo tiempo que constituye una reacción agresiva contra los padres percibidos como fuente de frustraciones.
Barker, Dembo y Lewin llevaron a cabo el siguiente experimento: Treinta niños de 5 años son observados individualmente en un lugar donde se  puso a su disposición juguetes, algunos de los cuales se encuentran en mal estado, papel y lápices. Los observadores observan cuidadosamente el comportamiento de los niños y asignan a cada uno de ellos una puntuación correspondiente a la forma en que usa los juguetes. Esta calificación se refiere a su nivel de desarrollo y se expresa en la edad mental. En segundo lugar, se quita un tabique que cerraba la habitación, y los niños ven en la habitación de al lado, a la que pueden entrar, muchos más juguetes mejores que los primeros. Cuando manipularon estos nuevos juguetes, los llevamos a la habitación inicial, y los colocamos entre ésta y la que contiene los nuevos juguetes una rejilla que permite verlos pero en la que no pueden entrar por lo que los niños sólo tienen a su disposición los juguetes  del principio. Reaccionan a la frustración de diversas maneras, algunas con agresión física, intentando romper la reja que les separa de los juguetes nuevos, o queriendo golpear al observador, otros, por el contrario, tratando de enternecer a este último. Pero en la mayoría de los casos, la forma en que manipularon los juguetes marcaron una clara regresión. En promedio, su “edad mental de manipulación de juguetes” mostró una disminución en 17 meses. Los autores, considerando que el tiempo dedicado a intentar cruzar la barrera podría ser considerado como una medida de la fuerza de la frustración, señalaron que la regresión era tanto más profunda cuanto más grande era la frustración.
c) Frustración provinente de los padres y comportamiento social:
Criar a los hijos implica una gran cantidad de frustraciones cuya fuente es el medio familiar. El tipo de disciplina a la que se somete al niño  varía según las culturas, según el entorno social y según la personalidad de los padres. No sólo varía la rigidez de la disciplina, sinó que los comportamientos a los que se refiere no son idénticos en todas partes, y finalmente las sanciones son diferentes. En este tema solemos oponernos a la sanciones físicas y sanciones morales que tienden a desarrollar en el niño un sentimiento de culpa. La frecuencia relativa de estas dos variedades está en función de la clase social en nuestra cultura, las sanciones morales especialmente comunes en la clase media.
En un estudio particular, se pudo mostrar cuáles eran las relaciones entre la fuerza de la disciplina a la que era sometido el niño en su familia y la frecuencia de las reacciones agresivas del niño hacia sus compañeros de  clase (situación social), y cuando lo obligan a jugar con muñecas (situación simbólica). Los niños habían sido divididos en tres grupos  dependiendo de la fuerza de la disciplina: alta, media, baja. Frente a las muñecas, el niño se mostraba más agresivo cuando la disciplina familiar era más fuerte. Por contra, frente a sus compañeros, los niños del grupo “medios” eran los más agresivos, seguidos por los del grupo “débil” y luego por los del grupo "alto". Estos resultados se pueden interpretar de la siguiente manera: Los niños sujetos a la más estricta disciplina en su familia son incapaces de expresarse a través de la agresión en una situación social, pero, por el contrario, se muestran muy agresivos en la situación del juego. Esta discordancia es de gran importancia, porque es común utilizar situaciones artificiales (como jugar con una muñeca) para explorar el modo habitual de reacción ante la frustración en psiquiatría infantil. Sin embargo, un comportamiento agresivo durante la prueba puede corresponder a una inhibición de agresión en situaciones sociales reales y, en consecuencia, la interpretación de los resultados de estas pruebas debe hacerse con extrema precaución. 
d) Evolución de las reacciones en función de la edad: A medida que el niño crece, las reacciones inmediatas a la frustración disminuyen en  frecuencia y en intensidad. Esta evolución está en relación con la maduración, que tiende a elevar el umbral de la tolerancia y de la educación.  Ésta prohíbe, en principio, reacciones inapropiadas, pero estas prohibiciones serán severidad variable. Así, las reacciones de cólera y de agresividad directa seran, generalmente, condenadas por los padres, las reacciones de aislamiento y de dependencia seran más fácilmente toleradas y en ciertos casos favorecidas. Así podrá crear hábitos de reacción que marcaran el comportamiento en él adulto: El sujeto que habrá encontrado en una situación de dependencia, tolerada o incluso reforzada por uno de los padres, una protección contra las frustraciones de la vida, mantendrá esta actitud en su vida adulta, en su entorno familiar y profesional. A este respeto la enfermedad en los adultos constituye una frustración que favorece la reaparición, en el marco de regresión, de reacciones infantiles, incluida la dependencia, por ejemplo con respecto al médico, es uno de los aspectos más frecuentes.
La persistencia, salvo situaciones excepcionales de frustración, de reacciones similares a las observadas en niños caracterizan uno de los aspectos del infantilismo emocional. El papel de las frustraciones infantiles en la formación de la personalidad adulta ha sido particularmente subrayada por la escuela psicoanalítica.

3 La frustración en los adultos: 

Relaciones entre frustración y agresión.
El adulto reacciona como el niño ante la frustración, pero con menor frecuencia puesto que los niveles de tolerancia a la frustración se elevan con la edad, y de una manera menos inmediata y evidente. La reacción, a menudo, pierde en intensidad inmediata lo que gana en profundidad, puede aparecer, en individuos predispuestos, una intensidad patológica. Como en los niños, la forma de la reacción dependerá de la naturaleza de la frustración y de la personalidad que la sufre. Todas las reacciones patológicas al evento experimentado (Erlebnisreaktion) están, pues, determinadas por esta combinación de factores.
Entre las reacciones a la frustración, destaca la agresión, no tanto en su forma directa, pero sí en sus aspectos a menudo ocultos Ocupa un lugar central por su importancia en el comportamiento social.
La hipótesis de que la agresividad es la consecuencia de una frustración es muy antigua, pero su primera formulación moderna fue dada por Freud. Para él, la agresión es la “reacción primordial” que aparece cada vez que se bloquea la conducta que obedece al principio del placer.
La agresión se dirige contra el objeto del mundo exterior percibido como agente de la frustración. La autoagresión (suicidio, pensamientos de culpa), que aparentemente contradice el principio del placer, es interpretado por Freud como resultado de una reversión de la agresión contra el propio sujeto que huye, por temor al castigo que provocaría la heteroagresión. En el marco de esta concepción, Freud desarrolló el concepto de desplazamiento de la agresión, que permite al sujeto reaccionar ante la frustración escapando del castigo. La hipótesis de agresión-frustración ha sido ampliamente aceptada por un gran número de psicólogos, aplicada a la interpretación de numerosas conductas sociales, y sometida a verificaciones experimentales. Contra esta hipótesis, el propio Freud formuló críticas que lo llevaron desarrollar una nueva teoría de la agresión. Estudiando el problema del  masoquismo, postuló la existencia de un segundo impulso fundamental, la pulsión de muerte, opuesta a la libido, y dirigida a la destrucción del propio individuo. La agresión contra objetos externos sería entonces este instinto de muerte volcada hacia afuera y ya no como consecuencia de la frustración. La noción del instinto de muerte no ha encontrado confirmación experimental, por lo que la hipótesis "Frustración-agresión" es la mayormente adoptada. 

La formulación moderna de la teoría se puede reducir a los puntos  esenciales siguientes:
a) La frustración tiende a provocar una agresión directa contra la fuente de esta frustración. La fuerza de la incitación a la agresión varía en función directa de la importancia de la frustración, siendo esta dependiente de tres factores: 1 la fuerza de la motivación; 2 el grado de iinterferencia en el camino que lleva a la meta; 3 el número de conductas motivadas frustradas.
Una aplicación directa de estas nociones se ha hecho en la propaganda:  Uno de los medios de propaganda más eficaces consiste en hacer percibir a un grupo particular de individuos (nación, grupo social o étnico) como la fuente directa de todas las frustraciones sentidas.
b) El acto agresivo directo puede ser inhibido. - La inhibición varía en relación directa al castigo esperado en caso de que el individuo realice el acto. El castigo puede ser tambien un daño al objeto buscado como el fracaso del comportamiento motivado, o un castigo físico. 
Cuando se inhibe la agresión directa contra el autor de la frustración, se produce una segunda frustración. Esto modifica el comportamiento reactivo de dos maneras:
c) La modificación del objeto de la agresión (desplazamiento).  Cuanto más fuerte es la inhibición de la agresión directa, mayor es la tendencia al desplazamiento. El desplazamiento se observa constantemente en la vida cotidiana: Es el caso del sujeto reprendido por un superior que reprende, a su vez, a sus inferiores. El desplazamiento, generalmente, es inconsciente y, como la agresividad desplazada, puede no manifestarse más que después de un cierto tiempo, el comportamiento final podrá parecer incomprensible si no se hace un analisis cuidadoso del conjunto de la situación. La dirección del movimiento de la agresión está determinada por la situación y por los hábitos de reacción de los  sujetos. La proporcionalidad entre la intensidad de la agresividad desplazada y la intensidad de la agresión ha podido ser demostrada en psicología social.
d) Modificación de la forma de agresión. La agresión directa es,  generalmente, inhibida por la cultura, cualquiera que sea la forma que adopte. Entonces toma formas más sutiles que resultan más dificiles, a primera vista, relacionarlas con una reacción agresiva. Así, ciertas formas de ironía pueden representar una agresividad desplazada y modificada. La agresividad así modificada se puede observar en las relaciones entre médico y paciente. Se ha observado que los pacientes histéricos tienden a provocar, en médicos no especialistas, una agresividad que se manifestó por ejemplo en la elección de terapias dolorosas como la faradización. Freud analizó, no sin humor, la frustración sufrida por el médico, consecuencia de un comportamiento inconscientemente agresivo: “En presencia de la crisis histérica, la ciencia anatómica y fisiológica lo deja en el aire. Frente a ella no puede hacer nada, lo cual no le gusta, y más cuando estás acostumbrado a tener en alta estima su propia ciencia. Los histéricos pierden la simpatía del médico. Él los considera como personas que transgreden todas las leyes como un creyente fiel considera a los heréticos. Los considera capaces de todas las vilezas posibles, los acusa de exageración y simulación intencionada.
Si el caso de los histericos ilustra la posibilidad de una agresión reactiva del médico hacia el paciente, éste a su vez podrá mostrarse agresivo si se siente frustrado por el tratamiento médico. Él manifestará esta agresión a veces contra el médico, de forma encubierta, pero a veces lo trasladará a la organización hospitalaria, quejándose, por ejemplo, de la comida o la actitud del personal de enfermería. La frustración resultará muchas veces el fracaso de un tratamiento, pero es necesario ser conscientes de la posibilidad, en pacientes que obtienen beneficios secundarios de su condición, de la frustración. producida por una cura que el paciente, a pesar de lo que dijo sobre ella, no deseaba.
e) El problema de la autoagresión se explica en esta teoría de la manera siguiente: la autoagresión ocurre cuando la heteroagresión es más fuertemente inhibida, más de lo que lo es la autoagresión. Es fuertemente favorecida cuando el individuo se considera como la fuete de la frustración inicial y cuando la agresión directa es inhibida por el yo más que por un agente externo. Ciertos aspectos de esta idea han podido ser verificados experimentalmente en los niños. Queda aún una hipótesis por lo que respecta a la autoagresión patológica en que el mecanismo íntimo es muy complejo. 
f) Todo acto de agresión constituye, en algun grado, una catarsis gue reduce el incentivo para una mayor agresión. (La catarsis corresponde a la descarga de una pulsión). La catarsis de tendencias agresivas es a menudo investigada en determinadas técnicas de psicoterapia infantil. 
Se permite al joven paciente destruir objetos, muñecos, que representan personajes simbólicamente contra los cuales no puede ejercer la realidad de su agresividad (especialmente padres, hermanos o hermanas).

C.- Modelos teóricos del conflicto

Se llama conflicto con la situación creada por la existencia de dos impulsos que entran en competición en un mismo individuo. Dependiendo si un impulso concreto desencadena una conducta hacia un objeto o el sujeto se desvía, hablamos de apetito o aversión. El hambre es el tipo de impulso. Al generar un apetito (por la comida), el impulso de evitar el dolor corresponde a una aversión. 


Así, es posible distinguir tres tipos de conflicto: a) el conflicto apetencia-apetencia, ilustrado por el burro de Buridan, que teniendo hambre y sed al mismo tiempo, no sabe que elegir si el agua o la avena. b) el conflicto aversión-aversión, ilustrado por el mito de Caribdis y Seyila; c) el conflicto apetencia-aversión, el más extendido, el más común y más importante en psicología, donde. el mismo objeto es a la vez  el objetivo de dos impulsos opuestos. Se trata, en general, donde la posesión del objeto, que es el objetivo del impulso, debe pagar un cierto precio (por ejemplo en impulso animal, cuando una rata tiene, para obtener los alimentos, que pasar una valla electrificada y recibir secreciones dolorosas).
Las pulsiones están sujetas al principio de generalización, es decir que tienden a dar un carácter de objetivo secundario a los objetos que se encuentran entre el objetivo inicial y el sujeto. La intensidad de las pulsaciones que se dirige hacia estos diferentes objetos tienden a disminuir a medida que los objetos alcanzan la meta primitiva.

Llamamos gradiente de objetivo esta variación de la intensidad de los impulsos. Un sujeto que tiene un fuerte impulso sexual, pero que no puede mantener relaciones heterosexuales puedrá reemplazar este objetivo mediante la masturbación acompañada de fantasías heterosexuales o por la lectura de textos de contenido erótico.  textos con contenido erótico. Hay un continuum de similitud correspondiente a la generalización, cada uno de los fines correspondiendo a un objeto substitutivo se acompaña de un impulso de instinto dado, menos fuerte que la pulsión primitiva, de la cual el objetivo es la relación heterosexual. Se llama Potencial reactivo a la intensidad del impulso correspondiente a cada uno de los objetivos. 
El modelo general del conflicto desarrollado por Hull se basa en experimentos de psicología animal, que permiten obtener una medición de la fuerza del impulso.
El individuo que tiene un fuerte impulso sexual, pero que teme las  consecuencias que tendrían las relaciones heterosexuales, sustituirá el objetivo acercamiento inicial, cuyo acercamiento lo pondría en una situación de conflicto, a través de la masturbación. Hablamos de una meta sustitutiva o, en términos psicoanalíticos, de desplazamiento.

La experiencia previa produce en el animal un estado de inadaptación patológica del comportamiento  que generalmente se llama neurosis experimental. Los primeros experimentos fueron realizados en 1927 por Pavlov a lo largo de su estudio del condicionamiento. Actualmente existe una gran número de obras relacionadas con el comportamiento de los animales (ratas, perros, gatos, ovejas y cerdos) colocados en una situación de conflicto y reaccionando de manera patológica. Estas reacciones ofrecen, con comportamientos patológicos humanos, sorprendentes similitudes. Gantt, alumno de Pavlov pudo escribir, después de haber observado el evento experimental durante ocho años que había provocado en un perro: "Si Nick hubiera estado enfermo, sus síntomas se habrían descrito como neurosis de ansiedad, fobias, taquicardia funcional, palpitaciones, respiración asmática, enuresis, eyaculación precoz y neurosis gástrica". 

II La Frustración y el conflicto en psicología humana 

La persona, durante su desarrollo y durante su vida adulta, está constantemente sometido a frustraciones y conflictos. La teoría psicoanalítica admite que el organismo busca satisfacer sus impulsos (principio placer). Como a menudo se le niega la satisfacción directa, el comportamiento en progreso regido esencialmente por otro principio, diferente, modificación del anterior. El organismo tiende siempre hacia el mismo objetivo, pero acomodándose a las condiciones impuestas por el mundo exterior. Estas condiciones son las mismas que describimos bajo el nombre de obstáculos en la Teoría de la frustración. De particular importancia son los ostaculos activos internos, que son la fuente de conflictos del tipo apetito-aversión.
Debido al hecho del aprendizaje, bajo la influencia de la sociedad ·y particularmente de la educación familiar, un cierto número de objetos, originalmente objetivos de conducta impulsiva, se convierten simultáneamente en objetos de aversión (porque están prohibidos). El sujeto, hacia ellos, tiene una actitud ambivalente, son objeto de dos impulsos en direcciones opuestas. Estos conflictos entre los impulsos primarios y sus derivados, y las motivaciones de direcciones opuestas que resultan de aprender las prohibiciones morales y sociales, constituyen el núcleo del desarrollo instintivo del hombre. La maduración se realiza mediante una serie de resoluciones de conflictos, utilizando mecanismos psicológicos particulares, y conduciendo a una sustitución progresiva del principio de realidad por el principio de placer. Esto corresponde a un aumento en el nivel de tolerancia, la sustitución de reacciones inadecuadas por reacciones adecuadas. 
La calidad de esta maduración depende de muchos factores. Si la resolución de los conflictos es incompleta, o si existen mecanismos anormales se observa la aparición de conductas patológicas.
Para describir el mecanismo de estos diferentes fenómenos conflictivos, la teoría psicoanalítica utiliza una representación esquemática, que incluye tres sistemas de motivación:
1 El Ello (en alemán das Es, en inglés the Id). - Está formado por el conjunto de impulsos primarios, regidos por el principio de placer.
2 El Yo (en alemán das /ch, en inglés el Ego). - Es el resultado de la diferenciación del Ello en contacto con la realidad. Su función es resolver conflictos, ya sea entre los impulsos primarios y el entorno externo, o entre impulsos primarios y motivaciones de sentido opuesto. La calidad y la naturaleza de la resolución de conflictos dependerán en gran medida de lo que llamamos fuerza del ego, una característica individual fundamentalmental, resultante de factores congénitos y adquiridos.
3 El Super-Yo (en alemán das Ueber ./ch; en inglés el Super Ego).  Representa un complejo de motivaciones vinculadas a la internalización de prohibiciones morales.
Por lo tanto, el Yo está en una posición central y debe constantemente establecer compromisos entre las fuerzas provenientes del ello y del superyo, fuerzas que se oponen.

A La resolución de conflictos:

1º La importancia del aporte psicoanalítico al estudio de la resolución de los conflictos puede medirse por el hecho de que la terminología creada por Freud y sus sucesores es adoptada de manera muy generalizada, incluso por psicólogos que creen excesivo el papel otorgado al impulso sexual en el origen de estos conflictos. Los mecanismos de resolución de conflictos son numerosos, y de valor adaptativo desigual. La elección del mecanismo dependerá del conflicto involucrado y las características del individuo, en términos psicoanalíticos de las cualidades del Yo. En términos generales, los conflictos, así como su resolución se encuentra en la zona inconsciente de la personalidad. En el esquema psicoanalítico esta devolución necesita una energia importante. Tanto más que el impulso reprimido, aunque inconsciente, conserva su potencial! dinámico y tiende en todo momento, a la más mínima relajación, a manifestarse de nuevo.
La otra desventaja de la represión es que la energía del impulso reprimido queda sin ser utilizada para actividades útiles. La represión exitosa es, a pesar de sus inconvenientes, un mecanismo eficaz. En ciertos casos, no puede ser obtenido más que a costa de un refuerzo excesivo del dique que contiene el impulso (formación de reacciional) Así, el rechazo de ciertos impulsos sexuales tendrá, como contrapartida, el rechazo de toda la sexualidad. El psicoanálisis considera que muchos "rasgos" o desviaciones del carácter tienen este origen. 

2º La sublimación.  Si la devolución requiere un gasto grande energético sin ninguna ventaja positiva, hay una cierta cantidad de mecanismos más económicos. La sublimación es uno de este tipo. Tiene gran valor.
para la adaptación, porque los impulsos inaceptables son convertidos y orientados hacia fines útiles socialmente. Los psicoanalistas comparan la sublimación a un ingeniero que transforma la energia bruta de una caida de agua, cuyo único efecto es la erosión, en corriente electrica utilizada para satisfacer las necesidades materiales y espirituales del hombre. Las sublimaciones consecuentes a impulsos primarios juegan un papel fundamental en el desarrollo social del individuo. La mayoría de los valores humanos encontran, según los psicoanalistas, su fuente, ya sean valores estéticos, religiosos o sociales, siendo la agresividad, por ejemplo, sublimada en espíritu competitivo o el impulso de explorar con curiosidad científica. Más cuestionables son ciertas interpretaciones de los intereses mediante la sublimación de impulsos sexuales, siendo el interés por la cirugía una sublimación de impulsos sádicos, el del canto o la oratoria de los impulsos orales.

3º La sublimación es un aspecto particular del desplazamiento o substitución, en el que el objetivo inicial del impulso se sustituye por un objetivo diferente y más aceptable, presentando cierta similitud con el primero. Una forma muy común del desplazamiento es la Simbolización. En este mecanismo se elige un objeto que representa el objeto inicial, pero de una manera tan indirecta que el Yo del sujeto no puede reconocer la correspondencia. El impulso prohibido puede expresarse fijando como objetivo el símbolo del objeto inicial. En la sublimación, los objetivos de los impulsos sublimados son símbolos, que tienen alto valor social. La producción artística suele estar vinculada a realización simbólica, gracias a la sublimación, de impulsos inaceptables. 

4º La fantasía (o fantasmatización de los impulsos) es otro aspecto de la resolución de conflictos por desplazamiento y simbolización. Pero mientras que en los mecanismos que hemos estudiado  el impulso se expresaba en un comportamiento, en la fantasía lel impulso se realiza en forma de producción de visiones imaginarias o fantasmas. La fantasía es, por tanto, improductiva desde el punto de vista práctico, contrariomente a la sublimación. Pero, frente al rechazo por su aparente improductividad, tiene la ventaja de requerir un menor gasto de energía. También se recurre a ella en algunas circunstancias. Durante el sueño, por ejemplo, los impulsos reprimidos en el estado de vigilia, se realizan en forma de fantasías de sueños que son para los psicoanalistas disfraces simbólicos de objetos reales de impulsos. Ciertas ideas delirantes podrían explicarse por el mismo mecanismo.

5º La sustitución es también una forma de desplazamiento. Aparece cuando hay frustración. Al objeto que el sujeto no puede alcanzar le sucede otro que le permite descargar la tensión acumulada. La sustitución puede relacionarse no sólo con el objeto sino con el impulso mismo. Esto es lo que observamos en los animales que, al no poder ya descargar su agresividad, empieza a picotear aunque no tenga hambre. En  la vida, hoy en día, observamos con mucha frecuencia conductas sustitutivas (el sujeto que se rasca o se frota las manos cuando se encuentra en una situación tensión emocional). La sustitución y la simbolización son ambas la forma más frecuente bajo las cuales se produce el desplazamiento.

6º Proyección consiste en la atribución a otros de impulsos inaceptables para uno mismo. Cuando la agresividad del sujeto, resultado directo de la frustración, entra en conflicto con la prohibición de esta agresividad, proveniente de sobre sí mismo, la agresividad inaceptable se atribuye a la persona contra quien  se dirigía dicha agresividad. La Proyección, un mecanismo muy extendido en psicología normal, juega un papel importante en la patología mental. Para los psicoanalistas, muchas ideas delirantes, en particular las ideas de persecución, encuentran su fuente en el mecanismo de proyección (el impulso agresivo se expresa bajo la idea: "Lo odio" es inaceptable, se proyecta en la forma: "Él me odia"). Algunas alucinaciones serían el resultado del mismo mecanismo:  los impulsos no se proyectan sobre individuos, sinó sobre percepciones (el sujeto “oye” voces que le persiguen).

7º La Identificación  - Es en cierto modo lo opuesto a la proyección.
Consiste en adoptar las  características pertenecientes a otro individuo.
La identificación juega un papel esencial en la formación del Superyo, las motivaciones a menudo se adquieren mediante la identificación con los padres. La Identificación con el padre jugaría un papel central en la resolución del complejo de Edipo. En patología, se atribuye a la identificación las falsas confesiones de crímenes, basándose en el deseo de haber cometido la acción cuyo sujeto reconoce falsamente ser el autor, es decir en una identificación con el autor real. La identificación es un caso especial de introyección, en en el que se internalizan los impulsos dirigidos hacia otro sujeto. Las reacciones autoagresivas son un ejemplo de la introyección de la agresión.

8º La compensación Es un mecanismo para resolver determinadas situaciones de frustración realizada sobretodo por obstaculos pasivos internos. Se puede comparar este problema físico con la hipertrofia cardíaca que se observa cuando hay insuficiencia valvular. El ejemplo más clásico es el de la agresividad, frecuente entre los sujetos de  tamaño pequeño. La compensación puede referirse a inferioridad física o mental, real o imaginaria. Puede conducir a cambios favorables de la personalidad, o por el contrario exceder su objetivo. En algunos casos, puede incluso provocar manifestaciones delirantes (determinadas ideas de grandeza tienen su origen en tal mecanismo).

9  Regresión. - En determinadas situaciones de conflicto, el sujeto busca resolverlas regresando a etapas anteriores del desarrollo libidinoso. La regresión es un mecanismo ineficaz porque da como resultado devolver al individuo a un nivel inferior de adaptación. La regresión es, para los psicoanalistas, uno de los mecanismos fundamentales encontrados en enfermedades mentales: en estas, habría una constante regresión a una etapa libidinal no adulta, correspondiendo cada etapa a una enfermedad particular (teoría de etapas de Karl Abraham).

10  La disociación y la conversión Son, como la regresión, siempre mecanismos patologicos de resolución de conflictos.  En el primer caso  los impulsos inaceptables están aislados de la personalidad consciente y se realizan sin que el sujeto se los atribuya a si mismo. Existe una especie de dos personalidades en el mismo sujeto, que no se reconocen como pertenecientes a la misma persona. El doble carácter del Dr. Jeckyll y Mr. Hyde es una ilustración literaria de este fenómeno que forma la base de síntomas neuróticos (personalidad dividida, sonambulismo, fugas). En la conversión, los impulsos se expresan en forma simbólica en manifestaciones físicas (por ejemplo una parálisis  o un mutismo). Este es el mecanismo funcional de la neurosis llamada histeria.
El conjunto de estos mecanismos de resolución de conflictos tienen un valor diferente según los casos, unos como expresión de una patología tales como regresión o conversión; otros aportando consecuencias favorables: la sublimación, por ejemplo, pero la mayor parte de las veces se encuentran entre estos dos extremos. Dependiendo de las circunstancias, el resultado del mismo mecanismo podría considerarse adaptativo o no adaptativo.

B  El papel del conflicto en psicología normal y patológica

La formación de la personalidad adulta está ligada a la resolución de una serie frustraciones y conflictos. El conflicto es esencial para la maduración de la personalidad y es a menudo, gracias al mecanismo de la sublimación, en la fuente de los más altos valores humanos. Algunos estudios de antropología cultural muestran que, cuando observamos una ausencia casi completa de prohibiciones en la educación, la cultura correspondiente tiende a estancarse y desaparecer. 
Pero si una serie de resoluciones armoniosas de los conflictos planteados por la adaptación progresiva del hombre a la realidad es la condición del desarrollo psíquico normal, su resolución desfavorable estará en el origen de las conductas más o menos patológicos, más especialmente los llamados trastornos neuróticos. Las neurosis experimentales en los animales presentan un modelo simplificado, pero en el hombre la posibilidad de simbolización conlleva una complejidad mucho mayor de los fenómenos. Al final, la orientación hacia un mecanismo adaptativo o no en la resolución del conflicto dependerá de la relación entre su intensidad y los recursos del organismo. Cuanto mayor es el conflicto, menos son los recursos del organismo y mayor es la probabilidad de una solución patológica. Uno de los objetivos fundamentales de la psicoterapia es reemplazar a este último una solución adaptativa, una tarea que será tanto más difícil cuanto más los hábitos de reacción sean más antiguos y esten más fuertemente inscritos en la estructura de la personalidad.

III Tendencias y motivaciones 

A.- Socialización de necesidades e impulsos

La evolución de las necesidades y de los impulsos, bajo el efecto de la maduración, del aprendizaje, de las frustraciones, de los conflictos y de su resolución desemboca a una socialización característica del individuo adulto, que corresponde al principio de la realidad de Freud. La mayoría de los comportamientos dirigidos hacia un objetivo que se puede observar en los adultos sólo tiene relaciones indirectas que  a menudo es difícil o imposible de encontrar, en los impulsos primarios. 


Desde el nacimiento, el niño sólo puede alcanzar las metas que busca gracias a a la colaboración de los seres humanos, primero de su madre, luego de su círculo familiar, y finalmente de su círculo social y profesional. Así, las relaciones sociales en el sentido más amplio serán los medios por los cuales el sujeto podrá alcanzar los objetivos de sus impulsos y, a su vez, se convertirá en objetos secundarios de motivaciones. Además, cuando estudiamos las motivaciones, entre otros, hemos logrado vincular muchos comportamientos a motivaciones sociales: la “necesidad” de ser aprobado por los miembros del propio grupo, la "necesidad" de adquirir poder personal, prestigio o estatus dentro del grupo. Asimismo, el comportamiento económico está determinada por un conjunto de motivaciones complejas, derivadas de impulsos fundamentales, pero modificados, transformados hasta el punto de que generalmente es difícil, si no imposible, rastrear la motivación hasta la conducción o al conjunto de pulsiones que se encuentran en su origen. Además, en la práctica, en los humanos nos limitamos a hablar de motivaciones y tendencias.

B.- Clasificación de tendencias:

El término tendencia designa generalmente, en psicología clásica, lo que subyace al comportamiento motivado. Es “una virtualidad de acción” o, siguiendo la definición de Pierre Janet: “una conducta  incompletamente activada".
Las clasificaciones de la tendencias se parecen, por una parte a aquellas que corresponden a los impulsos primarios, y lo que generalmente llamamos tendencias orgánicas, y por otro lado, los que se derivan de ellos y que conciernen a comportamientos motivados individuales y sociales. Casi no hay clasificaciones satisfactorias en este ámbito, porque las que se han propuesto utilizar categorías basadas generalmente en criterios puramente formales (el dominio en el que se ejercen las tendencias) o filosófico (el sistema de valores al que corresponden), o incluso una combinación de ambos. Así, una clasificación tradicional enumera, después de las tendencias orgánicas, las tendencias interindividuales (instinto gregario, simpatía-contagio, instinto maternal, simpatía-comunión, altruismo, imitación), tendencias sociales (domésticas y familiares, profesionales, patrióticos), tendencias ideales (sentimiento religioso, sentimiento moral, sentimiento estético, curiosidad intelectual), y finalmente tendencias personales (necesidades de independencia, dominación, egoísmo, etc.).
A nivel práctico, la clasificación más utilizada es la de Murray que piensa, bajo el nombre de las necesidades, lo que llamamos  generalmente tendencias. 

C.- Aspectos teóricos de las Tendencias y Motivaciones

1  El nivel de aspiración.

Llamamos nivel de aspiración a la meta que un individuo, durante el proceso de un comportamiento motivado espera (aspira) alcanzar, el que considera como alcanzable, que es posible, teniendo en cuenta sus tendencias y condiciones objetivas. Corresponde a las normas que él mismo se ha fijado. El nivel de aspiración depende de numerosos factores sociales e individuales.


Los factores sociales se manifiestan, a su vez, en la elección de la meta a que el sujeto aspira, es decir en el objeto e intensidad de la tendencia. Los factores individuales conciernen a tres aspectos de la personalidad: a) aspectos conativos: El nivel de la aspiración depende de la fuerza de la tendencia, b) aspectos afectivos: el nivel de aspiración varía según que el sujeto adopte una actitud objetiva respeto a sus posibiidades o bien las dobre o infavalore, c) aspectos cognitivos: el nivel de aspiración está vinculado a la aptitud intelectual del sujeto, a juzgar correctamente los medios disponibles y, en consecuencia, al objetivo que se persigue.
Cualquiera que sea la complejidad de los elementos que determinan la elección del nivel de aspiración, hay características individuales en esta área. relativamente estables. Un individuo que se fija en un dominio determinado una meta demasiado alta generalmente tenderá a adoptar la misma actitud en otro dominio diferente. Así es posible que si hemos determinado experimentalmente las reacciones características de un sujeto, podemos utilizar los resultados para predecir su comportamiento en situaciones de la vida real muy variadas.

En las pruebas de nivel de aplicación el sujeto nes colocado ante una tarea que debe efectuar varias veces. Despula de cada intento, se le advierte del nivel de su éxito, y debe predecir el resultado que obtendrá en la prueba siguiente. Antes de que se le informe del nivel real de éxito en la prueba anterior, deberá indicar qué resultado cree haber obtenido. Para cada prueba (excepto la primera), por lo que se ha dado la siguiente secuencia: 

Se emplea generalmente como tarea un ejercicio de aprendizaje (de manera que hay fluctuaciones en los resultados reales de una prueba a otra) de modo que el sujeto no tiene medios objetivos para juzgar su puntuación real. Practicamos en general 10 intentos y obtenemos, por suma, tres notas:
1º  Puntuación de aspiración (promedio de las 10 respuestas de aspiración).
2º  Puntuación de éxito  (promedio de 10 respuestas reales).
3º  Puntuación de juicio (media de las 10 respuestas de juicio).

Más interesantes son otras notas que relatan la aspiración del sujeto, su desempeño real y su juicio:

Calificación de diferencia de objetivos: diferencia entre la calificación de aspiración de una prueba y la nota realmente obtenida en la prueba anterior. Es más alta cuando la aspiración del sujeto es mayor, teniendo en cuenta su desempeño anterior.
Puntuación de diferencia de logros: diferencia entre la puntuación de aspiración en una prueba, y la nota realmente obtenida en esa misma prueba. Indica el grado de realismo de las predicciones del sujeto.
Puntuación de diferencia de juicio: diferencia entre la puntuación de juicio y la calificación real en la misma prueba. Indica el grado de realismo del juicio.
Otros índices más complejos también permiten estimar cómo reacciona el sujeto ante el éxito y el fracaso de sus predicciones) Normalmente, si una asignatura tiene, para un ensayo, una nota real inferior a la de al que aspira, bajará su nivel de aspiración en la próxima prueba, y lo planteará de otra manera. Pero algunos sujetos muestran una rigidez en su nivel de aspiración, y otros incluso tienen reacciones opuestas.
Se demostró que los resultados así obtenidos están relacionados con la estructura de la personalidad, normal o patológica. Se ha observado que  introvertidos y extrovertidos tienen diferentes modos de reacción y tipos característicos de respuestas. Se han descrito características para histéricos, esquizofrénicos y psicasténicos y delincuentes. 

2º  Autonomía funcional:

Cuando se establecen tendencias, es decir, motivaciones secundarias, uno podría preguntarse si la fuerza que está detrás de ellas es siempre la del impulso primario del que se derivan, o si proviene de un impulso autónomo. Se ha llamado "autonomia funcional" la teoría en la que las tendencias adquieren absoluta independencia en relación con los  impulsos que  dieron origen a esta autonomía atendiendo no sólo a los objetos de las tendencias, sinó también al elemento dinámico.
La noción de autonomía funcional no puede ser más que relativa. En efecto toda tendencia permanece íntimamente ligada a la afectividad y a todo el sistema instintivo, incluso si desde un punto de vista descriptivo práctico podemos considerar cada tendencia como autónoma. Todo el sistema de impulsos y tendencias forman un todo integrado.

D  Las Actitudes y los Intereses:

Las actitudes son conjuntos de respuestas simbólicas aprendidas  asociadas a los objetos de las personas o de las situaciones. Las actitudes se distribuyen habitualmente siguiendo una escala que va de favorable a desfavorable  y refleja, así, su relación estrecha con las motivaciones. Las actitudes son, generalmente muy complejas, pues ante un mismo objeto o una misma persona, tenemos, a menudo, actitudes diferentes según los diferentes aspectos que presenta. Mientras que las actitudes parciales son mayoritariamente favorables, la actitud global es igualmente favorable, pero ocurre frecuentemente que esta complejidad está en el origen de conflictos que son particularmente frecuentes en el campo de la psicologia social. 


Cuando la actitud hacia un objeto, una persona o una situación, comporta elementos de sntido opuesto, se habla de ambivalencia, o más esprcificamente de ambitendencia. Existe un cierto grado de ambivalencia en la mayoría nuestras actitudes, pero cuando es generalizado e intenso, constituye una síntoma patológico que encontramos en particular en  la esquizofrenia. 

Las actitudes dependen de actores individuales y sociales. Los elementos individuales provienen de la estructura de la personalidad, y más particularmente del sistema pusional y afectivo. Es la personalidad que determina si el sujeto tendrá actitudes estables o variables, consistentes con las del grupo social al que pertenece o por el contrario relativamente independientes, si adoptará ante ellas una actitud defensiva, sintiéndose como una amenaza contra su persona ante cualquier ataque contra ellas.
A pesar de la contribución de factores individuales, las actitudes son muy
modeladas por el grupo social al que el sujeto pertenece. La influencia del medio familiar es fundamental, pero pueden ser modificadas por los grupos sociales a los que el adulto forma parte. Una de las características de todo grupo (social, político, religioso, étnico o profesional) es ejercer presión sobre sus miembros para que ajusten sus actitudes hacia las del grupo en su conjunto.

La actitud se manifiesta en un comportamiento no verbal o puede expresarse verbalmente. Un problema de gran importancia práctica es el de las relaciones entre estas dos manifestaciones de actitudes. Los métodos para estudiar las actitudes se basan de hecho en cuestionarios (presentados por escrito u oralmente, como en las encuestas de opinión pública), y la validez de estos instrumentos dependerá en particular de la existencia de estas relaciones, y también de la estabilidad de las actitudes que buscamos evaluar. Métodos complejos para estudiar actitudes apuntan precisamente a superar estas dificultades.

Los intereses estan próximos a las actitudes, y tambien estrechamente unidos al sistema de motivaciones. Los intereses conciernen a una actitud favoravle o desfavorable  respeto a un cierto tipo de actividad. Se habla de valores cuando estos tipos de actividad son clasificadas segun muchas categorias referidas más al objeto de estas actividades que a su naturaleza. La clasificación de los valores más utilizada es la de Spragner. Distingue las categorias siguientes: Valores teóricos (interés por las actividades racionales y científicas), económicos, estéticos, sociales (interés por actividades que implican relaciones humanas), políticos y religiosos. 
Los intereses más importantes sobre el plan practico son los intereses profesionales. En efecto, se ha demostrado que el éxito en una profesión depende más a menudo del interés que se tiene por ella que de las aptitudes intelectuales que le son precisas, limitando el papel de la aptitud a una eliminación: si no se posee por lo menos un nivel determinado de una aptitud concreta no se podrá tener éxito en tal profesión. Pero más allá de este nivel mínimo, el grado de éxito dependerá más de la fuerza del interés que del grado de la aptitud. Los intereses pueden ser verbalizados verbalmente bajo una forma específica; así un niño puede declarar "yo quiero ser aviador". Estas formulaciones son muy inestables y tienen pobres valor predictivo. Por otro lado, es posible, a través de preguntas indirectas, lograr resultados de alta validez. Luego vemos que los internets son, en términos generales, extremadamente estables y aparecen ya claro a partir de los 11-12 años, a menudo sin que el sujeto tenga ninguna conciencia. Felizmente hemos demostrado que, a falta de fuertes presiones sociales (las presiones de las tradiciones familiares son, en esta área, las más importante), los sujetos generalmente eligieron la profesión correspondiente a sus intereses, cuando las circunstancias económicas así lo permitan. El analisis factorial de los intereses ha demostrado que estos pueden agruparse en familias que presentan estrechas analogias con los grupos de valores de Spranger. 


E.- La medición de las tendencias de actitudes e intereses

1º La apreciación de las tendencias es esencialmente qualitativa . Es  posible determinar qué tendencias manifiesta particularmente un sujeto, pero no existe ningún instrumento satisfactorio para medir su intensidad. El test más empleado en este campo es el test temático de apercepción de Murray (T.A.T.). Se trata de un test proyectivo que consiste en láminas que se presentan al sujeto o a grupos de personas en situaciones en las que el sentido no es evidente. El sujeto debe contar lo que sucede en cada lámina y que hacen y piensan los distintos personajes de la lámina. La hipótesis referente a la interpretación de los resultados es que el sujeto atribuye, inconscientemente al personaje principal de la historia que cuenta sus propias tendencias.  El uso de esta prueba y otras del mismo tipo es delicado, porque es posible que el sujeto proyecte tendencias en la prueba que no expresa nunca en su comportamiento habitual. Esto se suma al ejemplo ya citado de niños que muestran una fuerte agresividad hacia las muñecas con los que juegan, pero que no lo expresan en sus relaciones con sus compañeros. Por tanto, es necesario, para la interpretación final, determinar las tendencias expresadas por el sujeto (son generalmente clasificadas según el sistema de Murray), e intentar especificar si se trata de tendencias latentes y reprimidas o, por el contrario, tendencias que suelen expresarse en el comportamiento social.

2°  Es posible la valoración de la reacción habitual ante la frustración con la ayuda del test P.F.F.Study de Rosenzweig. Esta prueba se parece al T.A.T., pero las escenas representan y manifiestan unicamente situaciones de frustración. Se pide al sujeto que indique qué diría, a su juicio, el sujeto frustrado. Los resultados nos permiten aclarar si la respuesta habitual es una agresión (ya sea hetero o autoagresión) o si es capaz de soportar una frustración sin reacción agresiva.

3°  El estudio del nivel de aspiración es posible usando numerosas pruebas con materiales muy diversos. A diferencia de pruebas como T.A.T. o del P. F. Study, estas son pruebas objetivas. Mientras que las primeras son ampliamente utilizadas en psicología médica para el diagnóstico del sistema motivacional, las pruebas de nivel de aspiración son pruebas de investigaciones teóricas en psicopatología.

4º  El estudio de las actitudes i de los intereses: Hay un número considerable de pruebas de actitudes y de intereses. Las primeras son utilizadas en psicología social. Se las encuentra eventualmente en psicología médica. Las segundas son utilizadas para la orientación profesional. En la mayoría de los casos se trata de cuestionarios, pero en los que las preguntas no tienen una conexión obvia con el interés explorado. Estos cuestionarios fueron validados empíricamente, es decir, mantuvimos como características de un interés en una profesión específica aquellas a las que sujetos que posteriormente obtuvieron buenos resultados en esta profesión respondió de una manera significativamente superior a la del promedio de la población. Estos cuestionarios podrían usarse con éxito en la determinación de intereses en la medicina en general y para las diferentes ramas de la medicina. Un estudio particularmente importante y bien controlado ha demostrado que el éxito en psicología clínica fue predicho mejor por un cuestionario de este tipo que por un conjunto extremadamente complejo de pruebas de inteligencia, aptitud y personalidad. Las pruebas de interés también encuentran su aplicación en reorientación profesional de sujetos con discapacidad física después de una condición médica y quirúrgica.


BIBLIOGRAFIA:

.:-

- Se puede consultar en:

HUNT (J. MeV.) : Personality and the behavior disorders , The Ronald Press Company, New York, 1944. Vol. 1.

los capítulos 7 à 14 (en particular el de MILLER

sobre el estudio experimental del conflicto, el de ROSENZWEIG sobre la frustración, el de KURT LEWIN sobre el nivel de aspiración, el de LIDDELL sobre las neurosis experimentales).


- La obra fundamental sobre el conflicto es:

HuLL (C. L.): Principles of behavior. Appleton-Century-Crofts, New York, 1943.


- La obra:

MASSERMAN (J.) : Principes de psychiatrie dynamique. Presses Universitaires de France, Paris, 1956.

da una exposición de los mecanismos de resolución de conflictos desde una perspectiva entre la psicologia de la conducta y el psicoanalisis. 


- Para una exposición de los conceptos del psicoanálisis nos referiremos a las obras de BLUM y de FENICHEL, así como a:

FREUD (A.) : Le moi et les mécanismes de défense. Presses Universitaires de France, Paris, 1949.


- Una introducción a la reflexologia clásica se puede encontrar en:

PAVLOV (I.) : Typologie et pathologie de l'activité nerveuse supérieure.

Presses Universitaires de France, Paris, 1955.

PAVLOV (l.) : OEuvres choisies. Editions en langues étrangères, Moscou, 1954



La totalidad del contenido de este tema se ha obtenido del libro: 
J. Delay, P. Pichot: "Abrege de Psychologie". Ed. Masson, París 1971.



17 noviembre 2024

La Guerra civil en Mallorca. 31 a 40. Los amigos

La Guerra civil en Mallorca vivida por Josep Pons Bestard
31 Los amigos 
32 
La excepción 

33 Regenerados

34 Estos, todos son iguales

35 Los dos modelos

36 Ahora del faro de Muleta al puerto de Soller

37 El "Lazareto" del puerto de Soller. 

38 El clericalismo de la derecha

39 La cosa se complica

40 El reencuentro




La Guerra civil en Mallorca vivida por Josep Pons Bestard
31 Los amigos


Si bien mi carácter, a medida que iba pasando el tiempo, se agriaba, se iba volviendo más áspero, mis compañeros de cautiverio me querían y me ayudaban en lo poco que podían.



Supongo que estos sentimientos, este aprecio, no tan sólo era el exponente piadoso que les inspiraba aquella casi continua disnea que me oprimía de mala manera, sino que, en el fondo, teníamos un denominador común basado en la conciencia de haber sido atropellados. De ahí que, tanto cultos como ignorantes, fueran mis amigos.

En los momentos de recreo, que eran muy pocos, así como los domingos y algún que otro día en el que el mal tiempo no permitía salir hacia los tajos, charlábamos de nuestras cosas, la política centraba casi siempre el tema. Nos consolábamos unos a otros... Aún recuerdo a compañeros como Luis Stengel, Antonio Ramón, Guillermo Rosselló, Buades y algunos más, entre los hombres de carrera, qupodían constderarse la intelectualidad del Campamento; así como a otros, no menos entrañables, como Miguel Vicens, el practicante que lo dio todo para mitigar el dolor y lenfermedad. Miguel Burguera, que de pastor había llegado, segun clasificacion suya, a suscriptor de La Ultima Hora o Gabriel Pujol a quien conocí totalmente analfabeto y, en menos de un año, no tan sólo pudo escribir a su familia sino que lo hacía correctamente y hasta con cierto estilo literario. Le enseñé desde la "a" a la "z''... Por un lado me sentía orgulloso, pero por el otro rabiaba al comprobar que lo que yo habta tardado en aprender, aquel "tío", leñador de oficio, lo había aprendido tan fácilmente. Era un hombre fuera de serie en todos los aspectos, puesto que todo lo que tenía de inteligente, y tenía mucho, lo tenía de bondadoso.

Era un hombre de monte, de tierra alta... Pero el más sensible, el más humanista, el de las concepciones mas intelectuales era Pep Isern. Con toda su "facha" de estudiante de cura, al abrir la boca aparecía el revolucionario y, a la vez, el poeta. Su forma de hablar, con sus diferentes tonalidades de voz, sonaba musical y, además, llena de principios que llegaban a lo más íntimo. Sus concepciones constltuían una total revolución del pensamiento...

- Vivimos una época de retroceso -me decía una mañana de no sé qué domingo.

- En efecto -le contesté- pero... Sin dejarme seguir. Como el que habla consigo mismo, y no se entera de nada de los demás, continuó:

- Después de todo avance siempre viene un retroceso y en un país como España, en que aún queda un tanto por ciento muy crecido, que no ha pasado de la época fernandina, en donde el "Vivan las caenas" estuvo muy de moda, no es de extrañar que ciertas clases dominantes intenten "frenar" la revolución, puesto que la contrarrevolución que, en la practica representa el mantenimiento de arcaicos privilegios de casta, se apoya en la defensa de un orden, de un derecho legal, ante la ingenua anarquía de una masa que, activada por una minoría de signo contrario, aprovecha todas las ocaswnes para pedir por las buenas o por las malas, toda clase de reivindicaciones, tanto si éstas son factibles como si no lo son.

- ¿Así es que tu crees -le contesté- que la República, en su avance político, ha cometido errores?

- Exacto. El error ha sido creer que un cambio de régimen jurídico, por el mero hecho de imprimirse en "La Gaceta" cambia una mentalidad y, como consecuencia, el esclavo al romperle las cadenas (cosa que no ha sabido hacer él) se ha lanzado a la huelga y al jolgorio, perjudidicando no tan sólo a los que le han querido dar un Estado de derecho, sino que se ha proporcionado propia desgracia al hacer la vida imposible a sus defensores y, sin embargo, en el momento de la verdad, en el mismo momento del alzamiento a pecho descubierto, ha sabido contener a fusiles y cañones ¡Qué pueblo! No hay quien lo entienda... ¡Claro està! la República hubiera llegado a civilizarles, pero le faltó tiempo...

- Se guían por el instinto -le repliqué.

- Si, pero aunque les falta memoria histórica y conciencia política; confirman el refrán de "Vox populi, vox Dei" .

Y seguía hablando, hablando...

Al dejarle, pensé que unos días antes me contaba que su novia había sido detenida y llevada a Palma, en un local habilitado para cárcel de mujeres. La habían procesado y la petición fiscal era pena de muerte. Me había enseñado un retrato. ¡Bella mujer! ¡Joven y bella! Me dijo que tenía veindos años.

De ella no sé, pero él murió tísico, tuberculoso perdidotambién joven, muy joven...

Y entre aquella diversidad de hombres y de educaciones me fui forjando. Llegué a quererles a todos más, mucho más que si hubieran sido de mi propia familia.


La Guerra civil en Mallorca vivida por Josep Pons Bestard
32 La excepción 


-Esta noche, al volver de la carretera, pedirán voluntarios para el frente -me dijo.

Me quedé mirándole y no le contesté. La verdad es que era un tipo que no gozaba entre los demás presos


Su padre, catedrático del Instituto de Palma, había sido condenado a treinta años y, entre sus hermanos, había uno que, por lo visto, era oficial de complemento y al que por no haberse presentado al llamar su quinta, también le habían metido entre rejas.

Así es que la ficha familiar era bastante completa; pero yo que le conocía desde casi niño, sabía que era un verdadero oportunista, si bien se las daba de republicano, de liberal y hasta de librepensador.

Le contemplaba con pena. Pobre hombre... Daba lástima ver a un hombre inteligente que había empleado todos sus conocimientos y dotes de buen orador, para situarse bastante bien, dentro del campo republicano, para el logro de una buena carrera administrativa y al que, en un momento, por arte de magia, le cambian todo el escenario y tiene que volver a empezar; puesto que su único "ideal" no era la República ni la Monarquía, ni el Comunismo ni el fascismo, ni siquiera la libertad o la opresión. Su meta era, simplemente, el pedestal de su propio egoísmo, era cobarde a más no poder.

Recuerdo que, en el Fuerte de Illetes ya me hizo pasar muy malos ratos, puesto que me di perfecta cuenta de que le faltaba el alimento de una ética espiritual y su constitución, por lo tanto, era sólo materia, materia que, a través de los acontecimientos, no tardaría en descomponerse...

- Este amigo tuyo, cualquier día nos jugará una mala pasada -decía Luis Stengel.

- Es un cobarde que, para salvarse a él, es capaz de traicionar a cualquiera -me repetía una y otra vez, Miguel Ramón.

- Y pensar que era el futuro letrado del Ayuntamiento de Palma -exclamaba el simpático herrero Pep Bonet.

- Es la excepción que confirma la regla -afirmaba Miguel Burguera y, con cierto énfasis, añadía -Es una lástima que sea el único abogado que tenemos en este indecente estercolero y que sea él quien tenga que confirmar, por constituir la excepción obligada para tal demostración, que

aquí todos somos unos "tíos"; pero ante tanto tío, tanto macho, tenía que haber algo que fallara, y este algo tenía que ser este idiota cagado de miedo...

No lo creía, pero tampoco me hubiera sorprendido que el miedo, el terror que sentía aquel hombre, le impulsara cometer alguna felonía y los demás compañeros, quizás por este doble sentido que la mayoría de nosotros habíamos adquirido, lo intuían y, como consecuencia, ponían distancia y con toda la educación le hacían el vacío.

Así y todo, muchas veces intentaba defenderle, pues me resistía a creer lo que se palpaba, pero en aquel momento, si bien estoy seguro de que no causó daño a nadie, me convencí de que el mando del campamento lo utilizaba para que convenciera o intentara, al menos, que se presentara el mayor numero de voluntarios.

Como no le contestara, me cogió cariñosamente por un brazo y llevándome a un extremo del campamento con cara de circunstancias, me dijo:

- Perderemos la guerra. Casi podemos decir que la tenemos perdida ya. Hay que hacer algo para salir, de lo contrario seremos esclavos. Estaremos condenados a pico y pala toda la vida. Créeme, vale la pena salir voluntario para librarse de este infierno...

Le miré una y otra vez y la repliqué:

- ¿Olvidas que hasta tu padre cumple condena? ¿Olvidas aquellos meses en Illetes, en donde continuamente fusilaban a montones de demócratas? ¿Se puede olvidar a hombres como Arrabal o como Pompeyo?.

- Y una vez más me enfurecí. Salió a flor de piel toda la cantidad de"bilis" que había ido almacenando a medida que, desgraciadamente, tuve que ser uno de los testigos silenciosos, de toda clase de vejaciones al derecho de gentes ...

- ¿Como quieres que salga voluntario para un frente, en donde, necesariamente, tendría que disparar proyectiles que irían a caer sobre los demócratas, sobre los antifascistas? ¡No!, no cuentes conmigo... Siempre y por todo los medios, procuraré no sucumbir espiritualmente. No caer en la esclavitud de mis propias pasiones y egoísmos matenales.

Si hemos perdido la guerra como tu dices y yo pienso, mala suerte, pero no nos vendamos. ¡Seamos Hombres!

- Tú sabrás. Puede que tengas razón, pero sólo tenemos una vida... me contestó y se fue.

Le vi marchar y me dio lástima. Había vendido su alma.

Ya nunca más volvería a ser. Sus ampulosas pretensiones del ayer, se habían quedado en la nada...

Aquella noche dormí mal, muy mal...

El sustantivo llamado "Miedo", había conseguido que mi protagonista perdiera a un amigo, a un entrañable amigo...

El "Miedo", ente superior a los "espíritus pobres.", había ganado la partida. Pobre Eduardo López Bermejo...




La Guerra civil en Mallorca vivida por Josep Pons Bestard
33 Regenerados


Por la tarde, al regresar del trabajo, como de costumbre, llamaron a formar y como de costumbre se procedió al rito de arriar la bandera y, como otro día cualquiera, se cantó el Cara al sol.

Una vez terminada la "cantata", el sargento, muy serio, adoptando una técnica oratoria puerilmente pretenciosa y con la máxima insolencia rayana en el cinismo, pronunció la siguiente arenga:

- ¡Soldados de la Patria! ¡Sí, soldados!... Ya os puedo llamar soldados, debido a que vosotros no tenéis la culpa, por haber sido jóvenes y, por lo tanto fáciles de engañar por propagandas concienzudamente preparadas por los enemigos seculares de España; por los vendidos a los contubernios masónicos judeomarxistas.

Se paró. La frase le había quedado redonda. Tomó aliento y siguió:

- Para vosotros ha sido duro, muy duro el educaros, el hacer de vosotros hombres de provecho; pero lo hemos conseguido, pues en resumidas cuentas, sois españoles y la materia, a pesar de haber sido contaminada, una vez tratada de nuevo ha respondido. Habéis expulsado el mal espíritu y la patria os lo quiere premiar. Por ello os quiere dar una oportunidad para demostrar que estáis curados, que habéis matado, de una vez para siempre, el virus del comunismo ateo. Os da la oportunidad de poder defender, como soldados, a Dios y a la Patria... A los que quieran, por lo tanto, aprovechar esta oportunidad para poder demostrar que son hombres de bien y para ello desean voluntariamente, salir a defender a España de las garras del comunismo y del ateísmo, tengo que decirles: ¡Soldados! ¡Un paso al frente!

Salieron seis, entre un total de cien y pico de hombres.

- ¿No sale nadie más? -exclamó el sargento, ante el estupor del teniente, que acababa de llegar.

-¡Rojos! Ahora sí que sois unos rojos. ¡Malditos! -y añadió- ¡Rompan filas! .

A la mañana siguiente se fueron los "regenerados".

Ninguno se despidió.

Y, a partir de aquel día, aún peor comida, y bastante menos cantidad. Los que quedábamos teníamos que seguir "educándonos" y ello se conseguía estrechando el cinturón...

Pasaron algunos días, quizás varias semanas, no mucho más, y una tarde empezó a llamar gente, por separado, individualmente...

Company me dijo que confeccionaban un fichero con la indicación del arma o cuerpo a que pertenecía cada uno de nosotros. Sólo llamaron a los de Infantería.

A la vuelta del trabajo, después de toda la rutina de rigor y unos minutos antes de formar para proceder al reparto de la indecente y acostumbrada bazofia, servida para poder justificar que se había consumado el acto de lo que se llamabcena, llamaron precisamente a los de infantería y les

comunicaron que el día siguiente no irían al trabajo. La noticia era que debían estar preparados para ser trasladados otro lugar...

A la mañana siguiente les introdujeron en unos camiones y se los llevaron.

Al cabo de mucho tiempo supimos, que habían sido embarcados y repartidos entre distintas unidades de choqude la Península.



Poco tiempo después de haber presenciado la ida de aquellos hombres, salí por uno de aquellos tajos en el que se levantaba un pequeño puesto, para salvar pequeños desniveles en la ruta de la carretera y, a la vez, dar salida a las aguas de lluvia.

Con la ayuda de otro compañero, escultor profesional, pude llevar a cabo la confección de en bajo relieve consistente en el castillo que sirve de emblema, de insignia al Cuerpo de Ingenieros y que fue colocado en la parte superior del puente.

Esta labor, este trabajo, me absorbió de tal manera que durante toda la mañana no salí de los límites que encuadraban la labrada piedra; pero una vez de vuelta al campamento, empecé a sentir una enorme repulsión ante la época que me había tocado vivir y me convencí de la regresión sustancial que, en contra de todo sano intelecto, imponían hombres tan resentidos como mediocres. No era hipérbole, ni juicio temerario el afirmar que, política y humanísticamente, se había iniciado un retroceso a la barbarie y sentía flotar la corrupción, la rutina próxima y total de nuestro pueblo.

España se convertía en un enorme campo de concentración y Europa estaba en peligro de seguir el mismo camino...

Como último recurso, como orgullo final, sólo quedaba la terquedad de unos pocos que ponían, por encima de todas las humillaciones, con el máximo desprecio a lo material de su propia carne, la condición de hombres libres. Este sentimiento de libertad, de dignidad humana, no tan sólo me obligaba a recordar, sino que abría una vía que permitía comprender lo que había mantenido a todos aquellos hombres que caían fusilados, al despunte del día, en el Fuerte de Illetes; y era, precisamente, este sentimiento, totalmente aristocrático, propio de seres escogidos y, como tales, poseedores de la total de la necesaria dignidad humana. Sin saber por qué, quizás por creer que eran unos valientes, yo

había admirado su estoicismo, pero ahora lo comprendía.

¡Sí! Había comprendido. Aquellos hombres poseían el don de la personalidad, más allá del tiempo y del espacio y yo pensaba que hasta de la eternidad, puesto que la libertad es eterna y, si bien el hombre muere, el sentimiento, la idea perdura...


La Guerra civil en Mallorca vivida por Josep Pons Bestard
34 Estos, todos son iguales 

Desde la ventana que coincidía con mi camastro, le vi traspasar el recinto limitado por alambre de espino. La verdad es que me sobresaltó, puesto que intuí que venía a por mí más me asusté al pensar que los que estaban en campos de concentración, salvo alguna excepción, habían pasado al engranaje gubernativo y, como consecuencia, no estaban sometidos a instrucción alguna. La personación de un juez para tomar declaración, en aquellas circunstancias, se podía considerar un caso insólito.

No me había equivocado. Al poco rato me llamaron. Me volví a encontrar con aquel hombre, con edad de coronel, estrellas de capitán y costumbres de sapo y, a decir verdad, me extrañó verle tan de mañana; puesto que lo normal en él, era permanecer oculto o, por lo menos no visible duranlel día, y salir a la "caza" de "rojos" al anochecer y cuando

más tarde mejor.  


- Vengo a preguntarle -me dijo- y espero que me diga la verdad. Verdad que ya sabemos, pues sus "amigos" ya me han puesto al corriente.

- Siempre le he dicho la verdad, mi capitán -le respondí. Y empezó el interrogatorio. Dos horas y pico me estuvo "machacando" y terminó igual que las otras veces que me había interrogado en el Cuartel de Ingenieros de la Rambla.

No consiguió nada de interés. La declaración que firmé ocupaba menos de media cuartilla.

- Ahí se va a pudrir y esto, en el caso de que antes no le fusilen -exclamó y, volviéndose al secretario de causas, le dijo:

- ¡Vamos chico! ¡A esta gentuza hay que fusilarlos!... No se puede tratar con ellos. Todos son iguales... unos hijos de puta...

Estaba rabioso. Se fue echando chispas por todos los lados. Junto a él, iba un muchacho que le sirviera de secretario, también rubio y guapo, pero también con cara atontada, con cara de ente perteneciente a una raza degenerada por demasiado entronque entre parientes, por falta de refuerzos de savia extraña, sosteniendo una cartera de documentos y una máquina de escribir, la que había plasmado mi declaración, enfundada en estuche de piel. Máquina que, probablemente, había encontrado en uno de los registros que a partir de media noche, acostumbraban hacer en los domicilios de los tildados de rojos.

- Quiere procesarme -me dije a mí mismoY le vi partir...

Al volver al barracón, Luis Stengel me pidió toda clase de detalles. Le había picado la curiosidad de aquella anormalidad...

-¡No lo entiendo! -exclamó.

-Ni lo entenderás- le replicó, con toda cachaza, Miguel Burguera y añadió, en tono humorístico, señalándome a mí.

Éste es un rojo de categoría. ¿Qué te crees tú? Nos reímos y se terminó el asunto. Estábamos vivos¿Qué más podíamos pedir?

Pero, unos días después, me enteré de que en otro campo de concentración, en uno de los civiles, habían puesto en "libertad" a Don Dionisio Pastor, director de la Escuela de Artes y Oficios de Palma y, además me enteré de que este magnífico escultor de nobles materias, cuyo cincel había llegado hasta el alma encerrada en las divinas líneas que forman la figura del intelecto, no había llegado a su casa.

Sentí otra vez miedo, mucho miedo, pero había que vivir aunque fuera entre tanta y tanta miseria, entre tanta y tanta inmundicia...

Y volví a reír y lo hice con tanta intensidad que, ante aquellas carcajadas, los que estaban en el barracón se quedaron mirándome.

- ¡Este tío esta loco!... -exclamó no sé quien.

- ¡Cállate, idiota! -chilló uno de los cocineros que gustaba de dormir a pierna suelta.

Aquellos improperios aún me estimularon la risa y me reí ¡Sí! Me reí... me reí, aún más...

Pero, entre aquellas carcajadas, sentí la quemadura de una lágrima que, más que correr por la mejilla, se adentraba en lo más hondo de mi ser y me paralizaba el corazón.


La Guerra civil en Mallorca vivida por Josep Pons Bestard
35 Los dos modelos

Empezaron a circular rumores y más rumores. Unos que nos enviarían a cavar trincheras, otros que nos trasladarían a otros campos... Todo eran cábalas y suposiciones...

Transcurrieron días y más días. La vida en el campamento se deslizaba totalmente normal y, salvo que éramos menos, todo su curso seguía igual. Las mismas miserias, la misma hambre y la misma disciplina.

Lo único que había cambiado era el tiempo. Había llegado la primavera y aquel bello lugar, aquel lugar, afrentado por el indecente recinto de castigo, había quedado teñido de un color alegre que contrastaba con las bajezas a que estabamos sometidos.

Mi instinto de conservación hacía que me olvidara o, al menos, intentara apartarme de todo lo que fuera humana fealdad y me aferrara, más y más, a todo aquello que perfilara un concepto, un pensamiento o una simple óptica de algo bello y, una vez más, ante aquella magnificencia del color primaveral pensaba en las diferentes partes de un Todo infinito. Debían haber establecido un pacto, un contrato de equilibrio que permitiera de una total belleza y que el hombre al salirse de los principios, quizás por ser superior a todo lo conocido, había adquirido un sentimiento de orgullo, de vanidad individual que le imposibilitaba la efeclividad de un contrato regulador de cada uno ante todos...

De ahí que durante siglos y más siglos, al faltar el pacto, no haya existido el equilibrio necesario para el logro de una equidad social. Todos estos pensamientos afluían a mi mente en desordenado tropel y el desánimo, el desaliento producido por aquella afección asmática y, a la vez, el convencimiento de tener perdida la guerra, me abocaba a la convicción matemática de que esta vez, no había sido Josué, sino Hitler quien paró al sol... El Sol que, en su camino, alumbrara la República, para que pudiera crear un nueva realidad social y política.



Ante aquel estado de cosas, sentía un inmenso dolor, pues sabía que el triunfo de los sublevados representaba el aniquilamiento de la joven democracia española y a la vez también sabía que la "novedad" fascista representaba el retorno del primitivismo, puesto que el movimiento iniciado por Mussolini, no traía al mundo nada nuevo, como no fuera desenfundar moldes antiliberales.

Pero el tiempo, ya entrado en plena primavera, por un lado y el ser joven por el otro, no tan sólo favorecería el instinto de conservación, sino que contrarrestaba el fundado pesimismo al extremo de que no llegué a sentirme feliz, pero sí acepté las cosas tal como eran y quise resignarme.

Empecé a creer que, si bien se perdía la guerra, tenía que salvar la piel y, si lo lograba, quizás encontraría el medio de salir de la ratonera fascista y refugiarme en el extranjero.

Tendría que ser en América y, en aquel continente, Méjico probablemente sería el país ideal; pues en Europa sería difícil, debido a que Italia, Alemania y Portugal, oficialmente eran fascistas, pero el resto, aunque presumiendo de democracias y con carta constitucional escrita que les atestiguaba como tales, la verdad es que el miedo y la cobardía les había obligado a "cepillar" la guerrera a Hitler, así como

inclinarse ante el comediante de Mussoloni...

Miedo que el inglés Chamberlain y el francés Deladier se cuidaron de legalizar, dejándolo bien patente ante la historia, con su firma y rúbrica estampada en Munich. Cobardía y política de avestruz que no tan sólo costó mucha sangre española, sino que, poco tiempo después, tiñó toda la geografía europea.


Pero, a pesar de la mucha cantidad de sangre derramada, sentí la alegría de enfrentarme con la primavera y saturé mis ojos, de luz, de color...

Quería vivir, tenía necesidad de vivir...

Y así, haciendo cábalas y pensando en la forma de huir de la muerte, llegó la orden de levantar el Campamento.

Nos trasladaron en camiones, como a cerdos, al Puerto de Sóller.



La Guerra civil en Mallorca vivida por Josep Pons Bestard
36 Ahora del faro de Muleta al puerto de Soller

Al principio del camino que conduce, desde el Puerto de Sóller al Faro de Muleta, se levantaba un viejo y estrafalario caserón, casi lindante con la playa, que había servido antes de lazareto a tripulantes y pasajeros para que en evitación de que se importaran, se cumpliera la preceptiva acostumbrada cuarentena.



En aquel caserón sombrío y atiborrado de chinches nos alojaron.

A la iniciación del camino, al dejar la playa y empezar la subida a Muleta se había colocado una verja con un letrero de prohibido el paso, por haber sido declarado zona militar.

No importaba limitar el campo con alambre de espino.

Los accidentes del terreno ya lo dejaban totalmente "valla vallado", por estar emplazado entre el mar, la campiña y el precipicio.

No se puede negar que el lugar estaba constituido por una serie de obras pictóricas a cual mejor: Marinas, árboles, montañas... Paisajes todos ellos contrapuestos al ambiente humano que invadía la comarca. En síntesis, estábamos rodeados de una infinidad de colores y motivos que daba, como resultado, una estética plástica algo más que magnífica pero, a la vez, rodeados, tanto dentro como fuera del Campamento, de una gran cantidad de seres averiados y llenos de odio...

Quiero creer que en aquella hermosa comarca, en aquel valle tan bello, aunque no fuera más que para confirmar la regla de lo que se veía, de lo que se palpaba, había habido y aún quedaba algún ente bondadoso, algún ente a tono en armonía con la natural belleza del lugar. El viejo edificio estaba distribuido en varias habitaciones y formaba, debido al desnivel del terreno, unas cuantas plantas, llegando hasta el mar. Entre sus compartimentos, encontramos instalados viejos camastros de diferentes tipos y formas y, entre ellos, algunos que estaban constituidos por dos y hasta tres camarotes.

Todo me resultaba lúgubre. Me sentí triste, muy triste...

Un sentimiento de pequeñez invadió todo mi ser y me sentí abandonada de todos... ¡Sí! Volvió a apoderarse un total sentimiento de soledad. Un sentimiento que, siendo niño y sin motivos materiales, había aprendido a conocer.

Un sentimiento que recordaba días sin sol y atardeceres de otoño. Atardeceres en que los débiles rayos del astro rey se iban escondiendo, poco a poco, tras las montaüas de poniente, dejando en mi alma un vacío, un total vacío...

Empezaba a oscurecer. Tocaron a rancho. Formamos en el mismo camino que por obras de las necesidades impuestas por el terreno, había quedado convertido en patio; pero como habíamos llegado a media tarde, sirvieron una cena fría que quedó reducida a un simple "chusco" y, aquel pan cuartelero, fue lo único que permitió que nos acostáramos con la barriga entretenida.

Aquella noche, hasta muy entrada la madrugada, no pude dormir. Menos mal que aquellos bichos llamados chinches no solían picarme, pero entre los gruñidos de unos y otros compañeros al rascarse, el hedor de aquellas habitaciones y la disnea asmática que me acosó hasta que Miguel Vicens me inyectó una dosis de adrenalina, permanecí despierto...

Todo afluía a mi mente, y como si estuviera proyectando una cinta cinematográfica, volví a contemplar el paso de la Monarquía a la República sin la menor violencia, sin gota alguna de sangre. Etapa democrática que se inició, como consecuencia de la ruptura unilateral, sin pacto, de los preceptos fundamentales de la constitución de 1876, quedando totalmente legitimada, no tan sólo por el compromiso de San Sebastián sino, simplemente, por un imperativo manifestado y consolidado dentro de unas pequeñas arquitas denominadas urnas...

Si bien el juego democrático había quedado institucionalizado, al mismo tiempo se empezó a tramar la conspiración armada contra la democrática Matrona y, si bien el 10 de agosto de 1932 no pasó de ser una bufonada, el 18 de julio del 36 se contó con la ayuda real y efectiva de Alemania, Italia y Portugal. Ayuda ampliada por la cobardía inglesa y francesa.

Y esta vez sí que hubo sangre, mucha sangre...

Y, ahí está, precisamente, la diferencia existente entre el 14 de abril de 1931 y el 18 de julio de 1936.

Durante aquellas horas de insomnio y de disnea asmática, empezaba a intuir que, con toda seguridad, habría "técnicos" del Derecho que intentarían la demostración jurídica del levantamiento armado, sin tener en cuenta y queriendo ignorar que, el mismo año 1936 fue el de las elecciones que habían dado el triunfo a las izquierdas, a los que encuadrados en partidos republicanos, todos ellos democráticos y no comunistas, como se ha intentado legalizar ante la historia, puesto que estos últimos no alcanzaron más que unos pocos escaños. La realidad es que el grueso de la izquierda, verdadera democracia progresista, estaba constituido, en inmensa mayoría, por la burguesía liberal.

Es imposible, por lo tanto y por mucho que se vengan estrujando los sesos los "técnicos" más o menos especializados en amassar "oficiales" filosofías del Derecho, la legalización de un acto que llevó, como resultado práctico, el asalto por un grupo totalmente minoritario y sin más apoyo que el de viejas clases antidemocráticas; puesto que, tanto desde el punto de vista jurídico como bajo cualquier otro concepto, es inadmisible la acción armada dirigida contra el Estado y que, necesariamente, tiene que derivar contra vidas y haciendas de inocentes ciudadanos, debido a que están en contradicción con los principios de la ética políticque debe presidir la convivencia de toda sociedad organizada y que está representada por la plena libertad de movimientos, tanto del individuo como de los partidos políticos, con base de representabilidad ejercida mediante sufragio universal. Sólo en los regímenes antidemocráticos y por lo tanto, sin libertad plena del individuo, condenado a no poder agruparse o, peor aún, a tener que hacerlo en organizaciones estatales y movidas verticalmente desde arriba, es lícito cualquier acción, debido a que, al carecer de vía, de camino, de puerta, no queda más remedio que el asalto por la ventana o por el tejado . En los regímenes democráticos el asalto armado para conseguir el poder es delictivo y si hay sangre, que la hubo, cada gota es un crimen.

A santo de qué, por lo tanto, el miedo al comunismo cuando el número de diputados comunistas no llegaron más que a trece y, aún a base de recoger las pequeñas migajadespreciadas por los socialistas.

Y si, además, en las elecciones de febrero del 36, convocadas por la derecha republicana de Lerroux y la derecha no definida, pero que de hecho parecía haber aceptado la República, de Gil Robles, los monárquicos definidos como tales obtuvieron solamente tres escaños, lo que indica que la derecha tradicional no tenía fuerza política alguna y, si añadimos, que la nueva derecha naciente a imagen y semejanza de los vientos alemanes e italianos, con sus uniformes, sus jerarquías y sus denominaciones pomposas, basta decir que el hijo del último dictador, inventor de las camisas azules, había sido derrotado, nada menos que en el feudo familiar, en Cádiz...

Lo que indicaba que, tanto la derecha tradicional, la de las cavernas, como la nueva, organizada a base de camisa nueva, no tenía apenas fuerza política y, ¡claro está!, lo que no se encontró en buena lid, en los comicios, había que buscarlo en la fuerza de las armas. La Tradición, la Santa Tradición, volvía por sus fueros.

A medida que iba analizando la sucesión de hechos, comprobaba que las elecciones de 1931, 1933 y 1936, habían sido las más auténticas que el país había conocido y, ante tal realismo, comprendí que las cavernas empezaran a considerar, al intuir que pudiera entrar un poco de luz, que para la conservación de particulares privilegios de casta la oligarquía española tenía que estar en contra de todo experimento

democrático y lanzarse a la destrucción de todo lo que el liberalismo respirara y, sin embargo, a la República, que en modo alguno podía transigir ante el predominio de la tiranía, quizás por grandeza de espíritu, le faltó la necesaria virtud para odiar a los tiranos. Éstos ni siquiera se lo

agradecieron y empezaron a pactar con el extranjero para conseguir, de momento, acopio de armas y, con el tiempo, la introducción de enteros Cuerpos de Ejércitos con sus correspondientes mandos y sus respectivos Estados Mayores.

Tal y como quedó el panorama español, una vez fracasado el Golpe de Estado, al no haber ningún general sublevado con capacidad suficiente para dirigir una guerra civil, por un lado, y por el otro el compromiso adquirido por la derecha, acostumbrada al imperio de un sistema oligárquico y caciquil, con toda la aquiescencia de la Curia romana así como la seguridad de contar con todo el apoyo de las fuerzas militares italianas y alemanas. Si no hubiera sido que, tanto a Hitler como a Mussolini, les interesaba un "campo de pruebas" para que sirviera de entrenamiento a sus ejércitos y, como consecuencia, por saber que los generales españoles -incluido Franco- no conocían más que las matanzas africanas con armamento de tipo rupestre, casi prehistórico... Ellos contaban con materiales y técnicas modernas y, así y todo, tardaron tres años en aplastar a un pueblo desordenado, sin apenas mandos eficientes y lo que es aún peor; un Comité de no Intervención, que les imposibilitaba el obtener el material adecuado para su defensa.

Gracias al fármaco inyectado empecé a respirar, y, aunque la adrenalina abriera todas las vías respiratorias, el corazon se iba acelerando y me daba una especie de temblor por todo el cuerpo, poniéndose todo el sistema nervioso en tensión, al mismo tiempo que, hasta la cabeza, me

quedaba más despejada y todas las ideas aparecían, en mi mente, más claras, más limpias... Normalmente, al poco rato de haber sido inyectado, disminuía la intensidad nerviosa y la tensión bajaba y unos minutos después, solía quedar relajado casi por completo y me dormía, si bien siempre soñaba...

Y aquel día soñé que la derecha cavernícola, al darse cuenta que la República podía ser portadora de la entrada de un poco de luz para facilitar el desarrollo del progreso y, a la vez, podía ser antorcha de dignidad humana, tenía que inventar motivos y razones para conservar su hegemonia de casta y se aferró a tópicos como la defensa de la civilización en contra del comunismo, en un país donde no había comunistas y ello dio, como resultado, que "el que no estuviera con ellos estaba contra ellos" y, por lo tanto, era comunista. De ahí que en Mallorca se olvidaran los distinlos matices políticos. Ya no había conservadores ni centro ni siquiera izquierdas. Sólo quedaban "nacionales" y "rojos". Tanto que hasta los cementerios quedaron desbordados...

A las seis, aproximadamente, de la mañana siguiente, tocaron diana. El ruido me despertó. Me volví y me quedé otra vez dormido. Supongo que no había pasado mucho tiempo, cuando Miguel Vicens, me zarandeó una y otra vez.

- Anda, levántate -me dijo.

Aunque hubiera querido, no podía. Había pasado una mala noche. Le miré y volví a cerrar los ojos.

- Venga, levántate. Todos están formados y a punto de

pasar lista -me increpó.

- ¡Vete, idiota! -le chillé- no ves que estoy deshecho.

- Bueno, ya lo arreglaremos, pero levántate ...

- ¡Déjame tranquilo!: Dile al sargento que se vaya a hacer puñetas. Que moleste a las putas. Que me fusile si quiere, pero que me deje...

Y el buenazo de practicante se fue.

Al poco rato volvió con un vaso lleno de agua sucia a la que llamaban café con leche, pero que tenía la virtud de estar caliente, lo que me gustaba a mí... Le oí exclamar:

- Toma, bebe. He hecho saber al sargento que estas enfermo.

- ¿0 no lo estoy?... Pedazo de animal... -y me tapé la cabeza con la sucia manta.

- Y tener que aguantarte -tartamudeó entre dientes y se fue dejándome, según él, por imposible



La Guerra civil en Mallorca vivida por Josep Pons Bestard
37 El "Lazareto" del puerto de Soller. 

Llevabamos unos pocos días en el Puerto de Sóller y me sentía mucho más enjaulado, mucho más preso, de lo que había estado en el Campo de Cap Gros. Allí, en las inmediaciones de La Victoria, estaba, al menos entre árboles y pájaros y, a decir verdad, sólo permanecía en el barracón para dormir o para resguardarme de la lluvia. El resto lo pasaba a pleno aire gozando de la panorámica al alcance de mi vista y sin más limitación que los accidentes puestos por la propia naturaleza. Por el contrario, en el "lazareto" del Puerto de Sóller, estábamos metidos entre paredes y hasta cuando salíamos fuera nos encontrábamos con un corte de montaña que hacía las veces de muro y, por lo tanto, limitaba la vista.

Sólo desde dentro podíamos contemplar parte del Puerto de Sóller.

Por la noche sentía que la humedad me llegaba hasta los huesos. Mis bronquios acusaban aquel ambiente, de tal forma que los ataques de asma se sucedían uno tras otro.

Miguel Vicens logró que me improvisaran un camastro en el porche y, al menos allí, en aquella gran sala, respiraba aire solamente impregnado de salubridad del mar. Pero exento de la mezcla de olores y contaminaciones producidas por la agrupación de tanta gente.

Además, al no gozar de ningún trabajo especial o de favor, hacía que tuviera que ir, como los demás, al trabajo.

Era un peón más en la construcción de la iniciada carretera que, partiendo precisamente del edificio en que estábamos instalados seguía, monte arriba, hasta el faro de Muleta para ir a enlazar, dando la vuelta con la carretera de Deyá, poco más o menos en las inmediaciones de Can Bleda. O me quedaba en el edificio, por enfermo, lo que sucedía con frecuencia...

Una de aquellas mañana en que había quedado en el Campamento, me tropecé con un periódico antiguo, muy atrasado, de antes del levantamiento armado, y leí entre otras cosas, la entrada de Gil Robles como ministro de la guerra, como consecuencia del arreglo gubernamental de la CEDA en contubernio con el Partido Radical que acaudilló Lerroux, el "histórico republicano" que llegó al conservadurismo político después de haber predicado el "levantamienlde los velos de las monjas para elevarlas a la categoría de madres"...

No sé lo que pensaría Gil Robles de aquella subida al mismo carro que Don Alejandro; pero lo que sé es que la CEDA, a partir de aquel momento, fue cayendo en un descrédito casi total, puesto que al querer aglutinar a todo el bando de la derecha, no le quedaba más remedio que nadar entre dos y hasta tres aguas, debido a que por un lado no quiso unirse a la sociedad secreta "Unión Militar Española"dirigida por el General Mola, encargado de establecer contacto con el extranjero para acopio de armas, para ser empleadas contra la república y, por el otro, tampoco acató noblemente el régimen republicano, puesto que se lo impelíaciertos sectores conservadores y clericales, aunque al parecer había aceptado ese sistema, ya que no tuvo ningún escrúpulo en aceptar cargos ministeriales y entre ellos la titularidad, nada menos, que del Ministerio de la Guerra.

Gil Robles aceptaba o no aceptaba la República. No lo sé, puesto que al querer aglutinar a un sector de derechas le era muy difícil definirse como monárquico o como republicano; pero como de momento, le interesaba gobernar y, a la vez, para ello necesitaba los votos que controlaba el alto

clericalismo que, en definitiva, era quien lo había situado y, por ello, podía abandonarle, se veía obligado a moverse de manera que pudiera contentar a la extrema derecha, la de las cavernas, hasta la otra derecha, la que estaba a muy poca distancia de la derecha republicana.

Todo aquello me trajo a la memoria una serie de situacionesAl analizarlas, no me extrañó que la "Confederación Española de Derechas Autónomas", fuera la resultante de una coalición un tanto heterogénea de fracciones, entre las que figuraba Acción Popular que con el nombre anterior de "Acción Nacional" que organizara Ángel Herrera como agrupación política para defender por todo y ante todo el magisterio social de la Iglesia. En el fondo era todo ello una prolongación de "Acción Católica Española" que, de acuerdcon su particular concepción de la Iglesia y Estado, quería a todo trance la revisión de las leyes que separaban el poder espiritual del poder estatal. La República, por lo tanto, no podía ser admitida por la derecha "cavernícola", como hubiera dicho Félix Lorenzo, puesto que un régimen que se atreviera a dar al pueblo el libre ejercicio de sus derechos políticos representaba graves peligros y no cabe duda de que todo lo que representara un experimento democrático tenía que ser hostilizado y Herrera, desde El Debate, hacía todo lo humanitariamente posible para fomentar el antiparlamentarismo y todo aquello que fuera contra la democracia. Así es que la CEDA, siendo el partido, entre las derechas, mayoritario, nació a base de criterios dispares si bien, de momento, convergían en un punto común. Con el tiempo se verían encontrados entre sí, lo que obligó a que los intransigentes se fueran agrupando en torno al monárquico Calvo Sotelo y, los que quedaron, aún perteneciendo a una derecha civilizada, no llegaron a transigir con los conservadores republicanos y, si bien no conspiraron, no hicieron absolutamente nada para impedirlo; puesto que, tanto sus simpatías, como sus personales intereses, se centraban y formaban común denominador con las fracciones que componían el mundo de las cavernas ...

Y entre aquellos recuerdos, aparecían ante mi vista todos los pecados capitales: la avaricia de unos y la ambición de otros, pero todos, al unísono, intentando justificar el derecho a los fueros de la fuerza para mantener viejos privilegios o la legalidad en la obtención del botín.

La República nacida y proclamada por intelectuales, había llegado con la luz del progreso, pero se encontró sobre una geografía llena de viejos prejuicios, llena de antiguos temores... Una geografía dominada por terratenientes y caciques unidos a la intransigencia de una buena parte del clero al repudiar a todo lo liberal. A una parte del clero que quería seguir gobernando las conciencias y las costumbres...

Y llegué a la conclusión de que la decadencia de España traspasaba los límites de la epopeya. 



La Guerra civil en Mallorca vivida por Josep Pons Bestard
38 El clericalismo de la derecha

A medida que iba recordando diferentes etapas, me iba perdiendo en el laberinto intelectual de los hechos y, cada una de las que componían la corta historia, que había coincidido con el tiempo en que transcurriera mi existencia y pesar de representar un periodo limitadísimo, había aprendido que, en contra de todo avance social o político, siempre se interfería uno de los clanes, bien encuadrado dentro  del clericalismo o bien dentro de las clases de terratenientes o de caciques, que con diferentes nombres y disfraces se habian modelado durante siglos, de acuerdo con sus particulares conveniencias, a todo el país.

No es extraño pues, que el clericalismo de la derecha, alentado por la institución eclesiástica, reaccionara al intuir que podía perder alguno de sus privilegios de casta y pensara en matar, en contraposición a un pueblo que, aún habiendo sido sometido durante años y más años, explotó de entusiasmo y de alegría aquel 14 de abril de 1931, por la sencilla razón de haber obtenido la libertad.

Aquellas pintorescas escenas de un pueblo que desea crecer y desarrollarse para alcanzar la suficiente madurez política, por fuerza tenían que ser frenadas y, como resultadoen Mallorca, se sucedieron, a partir de aquel verano de 1936, episodios horripilantes. Unos con todo refinamiento y otros vulgares y soeces, pero todos ellos de gran magnitud dentro la crueldad.

Aún recuerdo a un pobre hombre al que le habían introducido un palo en el ano. Lo dejaron en la cuneta de un camino cerca de "Las cuatro Campanas", con un letrero que decía: "A los rojos hay que darles por detrás"...

Y entre todos aquellos recuerdos, iba pensando que, al dictador, lo único que le interesaba era una persistente victoria sobre los hombres, llegando, si fuera preciso, a la destrucción total de todo aquello que pudiera alentar a mantener el liberalismo.

El dictador, nuevo príncipe sin corona, para subsistir necesitaba sembrar el terror, primer paso para abatir conciencias, y para ello, necesitaba de mansos que, como engordados cabestros, ayudara con su cobarde colaboración al logro de la legitimidad de la subversión y para conseguirlo se había rodeado de gente con figura de hombre y mentalidad de bestia...

Y cada vez que recordaba lo sucedido desde el 14 de abril de 1931 me ponía frenético. La buena fe y el sentido de honradez de los hombres que representaban a la República era tal que los clanes que operaban en las cavernas tenían mano libre para obstaculizar al nuevo orden.

Aprovechaban la libertad para atentar y pisotear a la libertad.

Estos clanes, estas derechas clericales, terratenientes caciques boicoteaban, por todos los medios, a la República.

Todos ellos utilizaban el arma de la hipocresía y de la perfidia,

al mismo tiempo que generando todo el odio que su rencorosos sentimientos podían almacenar, fraguaban lmatanza de liberales y demócratas.

Recuerdo que una noche, en Radio Mallorca, un falangista viejo, de camisa nueva, le contaba a un teniente coronelmás viejo aún, que presumía de carlista, que la madrugada anterior, para hacer prácticas de tiro, había sacado a tres presos del castillo de Bellver. Les habían atado las manos por detrás y les habían soltado en el bosque. Ello servia

para comprobar la buena o mala puntería.

- ¿Y que pasó? -preguntó un tercero que se había interesado por la anécdota.

- Pues que de los tres se nos escapó uno -contestó el falangista y añadió- Estoy seguro que fue el imbécil de Juanito quien falló.

- ¿No lo perseguisteis? -preguntó el teniente coronel.

- ¿Para qué? Estábamos cansados y nos fuimos a dormir.


En uno de los trozos, más o menos a mitad de camino entre el "Lazareto" y el Faro de Muleta trabajábamos unos cuantos presos, creo que seríamos cinco o seis en total, tres de ellos albañiles de oficio y, a decir verdad, bastante buenos.

Luis Stengel y yo, estábamos a sus órdenes, en calidad de peones. Aproximadamente en aquellas inmediaciones había un caminillo que, a base de mucho desnivel, conducía al mar.

Desde la carretera, a una profundidad de unos cuarenta metros, aparecía una pequeña calita que, por lo visto, el personal del Faro disfrutaba a su libre albedrío, puesto que ellos eran los únicos en transitar libremente aquella zona, debido a su condición especial, como consecuencia de ser demarcación militar. Para subir a Muleta necesariamente había que atravesar el campamento de concentrados, pero se daba la casualidad  de que yo aún no había visto al alferez de Milicias de falange encargado del Faro y aquel día, día de sol esplendido de julio, uno de los compañeros indicó que bajaba gente. Me volví. Venían dos hombres y tres mujeres. Todos ellos jóvenes. El mayor no sobrepasaba de los treinta años.

Cuando llegaron a nuestra altura, una de ellas, señora casada se adelantó. Vino hacia mí y me abrazó.

- Que alega verte! ¿Cómo estas?.

- Bien, muy bien le contesté un poco avergonzado de  que me encontrara tan mal vestido. Tan haraposo y tan sucio.

- Quieres algo de Palma? Yo me voy mañana...

- Rafaela ¡Venga, vámonos! -Le gritó su esposo que, por lo visto era el alférez de Falange, encargado del Faro.

- Adios y cuídate. Cuídate mucho... Me dio un beso y se fue a reunir con el marido y los demás que, exceptuando la más joven que me saludó cariñosamente con la mano, me contemplaban como quien contempla a un raro bicho, a un ente proscrito, a un rojo...

Les vi alejarse. Bajaron por aquel caminillo que conducía al  mar. Por los ademanes de él, tuve la convicción de que la estaba riñendo... Me dio lástima.

Mis compañeros me contemplaban con cierto asombro.

- No os asustéis -les dije riendo- es una mujer casada.

- Pero joven y guapa me dijo uno de ellos.

- Y te ha besado, rico -afirmó el otro en tono de broma.

- ¡Sí! -contesté, como si hablara conmigo mismo- Me ha besado como se besaría un hermano pequeño, a un hermano más joven...

Me volví y mirándoles, uno a uno, les dije:

- Él, el alférez estampillado, aunque no me haya saludades un compañero de oficina. Los dos somos funcionarios y, aún teniendo nueve o diez años más que yo, está por debajo de mí... Todo lo que tiene de guapo y de arrogante lo tiene de imbécil y de incapaz...

- Si le quitan el uniforme no queda nada -contestó Luis Stengel y añadió-. No comprendo como una mujer como ésta que, además de guapa es muy inteligente, se pudo casar con este presumido.

- Se debió casar con él por conveniencia -sentenció uno de los albañiles- y se la pega con otro. De ser así, no sería el primer caso.

- ¡Alto ahí! Exclamó Stengel-Estoy seguro y por ello pondría la mano en el fuego y, con toda certeza, no me quemaría. Ella es incapaz de tal felonía...

Y adoptando un tono muy grave y con toda la seriedad que solía investirse el profesor de matemáticas cuando explicaba una lección o un teorema, continuó:

- Normalmente el hombre nace o no nace atado, con absoluta independencia de mentalidad o temperamento de la esposa y, por lo tanto, el que ha nacido cornudo puede sucederle que la mujer lo confirme o, simplemente y por ser ella persona decente, se empeñe en evitarlo. De ahí que, aún existiendo terreno abonado, no se llegue a la consumación del hecho embrionario del cuerno.

- Ella, según tu opinión, posee la moral que le falta a él

- interrumpió otro de los presos.

- Exacto -afirmó Luis.

Mientras tanto, mi vista seguía la ruta de aquellos pobres diablos. Les contemplaba como quien contempla a unodesgraciados. Uno, el alférez, saturado del orgullo propio del hinchado pavo real, era hombre de buena "fachada", pero totalmente vacío y, el otro, un tal Estarellas, fascista, de mentalidad corta y físico demacrado, acompañado de su llenita y contorneada esposa, de figura griega y, que a juzgar por el aleteo de sus fosas nasales, inducía a presumir un especial apetito genésico que, con toda seguridad, derivaba de un prolongado abuso de alcoba. Con ellos iba una hermana del estampillado, muy modosita y bastante buena persona.

Los cuatro componían el acompañamiento de Rafaela. ¡Pobre Rafaela!...



La Guerra civil en Mallorca vivida por Josep Pons Bestard
39 La cosa se complica


A los dos días, en vez de mandarme al mismo tajo, me "metieron" en uno de los camiones que trasladaba a los presos a otros lugares de trabajo, a los que coincidían otro extremo, en el que enlazaba con la carretera de Deyá.

Ello me extrañó, pero no le di más importancia. En el fondo me interesaba. Para mí el cambio resultaba un número nuevo.

Los camiones salían del Campamento y enfilaban la carretera que desde el Puerto conduce a Sóller. Atravesaban la pequeña ciudad para seguir la ruta de Deyá y un poco más arriba de Can Bleda, bifurcaban para entrar en las obras que, al prolongarse, enlazarían, por Muleta, bordeando el litoral, con la playa del Puerto de Sóller.

El paisaje era otro. Totalmente distinto de la otra ladera.

Campiña, mucha campiña y más allá, a lo lejos, mar abierlo... Inmensamente abierto, hasta allí, donde la vista contempla

la línea, el beso, el eterno beso del líquido elemento con la bóveda celeste. Al contemplar aquel paisaje, me sentí, espiritualmente, más libre y físicamente menos preso...

Cerca de medio día estuvo Cañavate. Era el capataz que, al servicio del Departamento de Obras y Fortificaciones, llevaba la dirección práctica de la carretera que construíamos. Me llamó aparte y me puso de manifiesto los motivos que le habían inducido a cambiarme de lugar.

-Ayer estuve con el alférez del Faro de Muleta -me dijo, y añadió- Le encontré hablando con el sargento Viver y con el sargento Jofre y les puso, tanto a usted como a Stengel, verdes, ¿usted le conoce verdad?.

- Un poco -contesté.

- Pues me parece que tiene muy mal concepto de los dos.

De usted y de Stengel. Dijo que eran dos rojos y, en especial de usted habló muy mal. Tanto que el sargento Jofre le contestó diciéndole que en cualquier momento le aplicaría la "ley de fugas". Así es que he creído conveniente, en bien de usted, quitarle de los lugares que frecuenta el alférez. Dígale a Stengel que también se ande con cuidado y que Dios nos proteja.

- Le agradezco lo que me ha dicho y descuide que, tanto Luis como yo, procuraremos "andar listos".

- Yo no sé lo que tiene en contra de usted pero, créame, estaba furioso. Es ridículo, dijo, que el Estado los conserve vivos y encima los mantenga, cuando lo que se gasta podría invertirse en atenciones necesarias y no con gentuza...

- Conozco uno de sus motivos de su enfado -le interrumpí- el último y, en buena ley, no es conmigo con quien debería enfadarse. En el caso de enfadarse, lo que ya representa

una idiotez por su parte, tendría que haberlo hecho con su mujer.

- ¿Con su mujer? -exclamó el bueno de Cañavate.

- ¡Sí, con su mujer!...

Y le expliqué lo que había pasado y, además, le conté los motivos que unían no a nosotros particularmente, sino a mi familia y a la suya. No es de extrañar, por lo tanto, que su esposa tampoco comprendiera que los que ayer formaban parte del medio en que nos desenvolvíamos, buenos contertulios y mejores amigos, pasáramos a ser encarnizados enemigos.

- Claro, él hubiera querido pasar por delante de usted, sin conocerle. Vamos, hacer que no le conocía, pero su mujer le traicionó, al pararse para interesarse por usted y más si tenemos en cuenta que lo hizo de forma efusiva ante sus amigos y ante otros presos. No me extraña.

- A mí tampoco me sorprendió la reacción de él, así como tampoco el interés de ella, debido a que moralmente hablando, les separa un abismo... Nunca he podido comprender como una mujer de principios, con un concepto humano, con ética, pudiera unirse a este bestia...

- Bueno, por allí viene el sargento Palou. Así es que dejémoslo.

- De todas formas , el motivo que yo he puesto para trasladarle ha sido el que me ayudara en la ejecución del trazado, pues nos vemos obligados a modificar sensiblemente el proyecto.

Caminó dos o tres pasos y me enseñó unas diferencias de nivel, según él, demasiado pronunciadas, y al darse cuenta de que el sargento tardara poco en estar a nuestra altura y no tenía que oírnos hablar más que de trabajo y que a continuación tenía que ayudarle a tomar algunas cotas...

- En Alcudia, según tengo entendido, fue un buen auxiliar, y aquí espero que me ayudará en lo que pueda. Al fin y a la postre, con fascistas o sin fascistas las carreteras quedarán.

- Cuente conmigo y gracias -le contesté.

Al llegar al Lazareto se lo conté todo a Luis Stengel y, entre los muros de aquella húmeda covacha llena de chinches, nos reímos... ¡Sí! Nos reímos a grandes carcajadas. Los dos pensábamos en aquel vanidoso, lleno, por lo visto, de ardor patriótico. Los dos pensamos en aquel cretino que quería justificarse a sí mismo, sus personales resentimientos, por estimar que había engrandecido a su persona con el lucimiento de una estrella de alférez de Milicias del Partido, a falta de haber conseguido si no el engrandecimiento, al menos la dignidad debida al ingenio, la cultura o simplemente, la bondad.

La historia de aquel hombre era la de tantos hombres privados de toda equidad intelectiva y que tanto abundan en las clases medias y altas españolas. Uno más entre tantos resentidos que al intentar saciar un almacenado rencor, con el engaño de un aparatoso uniforme, constituían terreno, especialmente abonado, para el sostenimiento de una dictadura personal.

De pronto nos dimos perfecta cuenta que si el alférez estaba más o menos indignado, nos tenía sin cuidado y nos daba aún risa; pero no cabe duda que habría alguno de los sargentos al que le alegraría el poder aplicar la "ley de fugas" . En total, porque Rafaela había ofrecido la limosna de un beso con el sentimiento de la caridad que, dos mil años antes, había sido puesto de manifiesto por el Hijo del hombre...

- ... Si algún día vuelve, se lo volverán a cargar...

- ¿Qué?- preguntó Luis.

- ¡Ah! Nada, pensaba en voz alta... Perdona -le contesté.

- ¿Con quién?...

- Con Jesús de Nazaret


La Guerra civil en Mallorca vivida por Josep Pons Bestard
40 El reencuentro

Desde una de las ventanas del porche me pareció ver a un buen amigo, a uno de los compañeros en la redacción de Ciudadanía. No me equivoqué. Bajaba, acompañado del sargento de guardia, las escaleras del chalet que había sido requisado, precisamente, por su especial emplazamiento, junto a la misma entrada del Campamento y servía, además de oficina, de dormitorio a los guardianes.

Me sorprendió verle. Lo creía muerto, bien por haber sido fusilado o bien por haber sido dejado tendido en cualquier cuneta de carretera o tapia de cementerio. No fue así y la verdad es que, al comprobarlo, mi alegría fue inmensa.

Una vez que reaccioné de la impresión primera, me pregunté cual sería el motivo de traer a un hombre de sus condiciones físicas a un campamento de trabajos forzados, en donde los presos estaban organizados a base de un sistema exageradamente militar. Éramos hombres encuadrados en unidades de castigo y tratados con toda la dureza de las compañías disciplinarias. Aquello era, por lo tanto, un campamento militar y, francamente, un hombre con una pierna anormal, un poco curvada y falta de desarrollo y, probablemente

más corta que la otra, como consecuencia de una

poliomielitis y declarado inútil total para el servicio militar,

constituía una nota fuera de tono...

Andaba tambaleándose aún con la ayuda de un bastón.

Iba muy encorvado...

Yo lo hubiera superado todo menos contemplar aquel cuadro. Un lisiado de las piernas en una unidad militar. Una unidad militar en donde lo único que se podía encontrar era el pico, la pala y el hambre. No hablemos de castigos que periódicamente se iban imponiendo para mantener el sentimiento de la disciplina...

Poco rato después, tuve ocasión de poderle abrazar. Le pregunté por su hermano. Me dijo que estaba en un campo de concentración civil. En el mismo del que procedía él.

- ¿A ti, por qué te han cambiado? -le pregunté.

- A ciencia cierta no lo sé, pero supongo que por cualquier tontería. Por cualquier fallo del engranaje oficial. Ten en cuenta que no somos más que un número de una ficha.

Un incidente cualquiera hace que te fusilen o te pongan en libertad. Yo he venido a caer en un campamento militar y, para colmo, son capaces de vestirme como tú y como todos estos. Disfrazado de soldado. Bueno de soldado andrajoso...

- Andrajoso y piojoso- le contesté.

- No me hables de piojos y de chinches. Lo conozco muy bien. Hasta en el Castillo de Bellver los chinches nos tenían fritos y no digamos de los campos de concentración civiles

- contestó, riendo y después de una corta pausa, añadió:

- Creía que en los campos militares había más limpieza; pero por lo que veo, los cerdos son los mismos.

- Bueno. Dime con quien has estado. Supongo que habrás coincidido con Nilo Salas o con Moreiras o con...

- Sí, he coincidido con muchos amigos y, entre ellos, con estos dos, además de Juan Alomar, de Colomar, de Guerrero, de mi hermano...

- ¿Sabes algo de Don Jaime Valls? -le interrumpí.

- Sí, los canallas le fusilaron -contestó en voz bajita, pero llena de rabia.

- Me lo figuraba. ¡Sinvergüenzas! -exclamé.

- No grites, que pueden oírnos- me replicó también en voz muy bajito.

Y me contó muchas cosas, muchísimas... Por él supe el paradero de muchos correligionarios, el paradero de amigos,

de hermanos...

Por la historia sabía que por el Castillo de Bellver, años antes, había pasado en calidad de preso Jovellanos; por la historia, también sabía, que en el Castillo de Bellver, por liberal, había sido fusilado el general Lacy y, por la historiasabía de muchos que, al pasar por aquellas dependencias privados de libertad en los corazones de hombres de bien y, por este entrañable amigo supe que habían sido asesinadossin requisito alguno, hombres, hombres buenos, como el obrero socialista Jaime Bauzá y el administrador general de Correos Jaime Bestard y tantos y tantos y tantos otros...

Y aquel Castillo de Bellver, bello castillo, tanto por su estilo arquitectónico como por su arrogancia de alzarse respetuosamente

por encima de la cúpula de cientos, quizás de

miles de pinos escalonados, formando fantasmagórico

alfombrado, había tenido que ser testigo de infinidad de

desdichas y crímenes...

Pasaron días, quizás semanas...

Poquito a poco me fui acostumbrando a la vida de aquel Campamento.

Hubiera sido feliz, si no hubiera sido por aquella disnea asmática que me azotaba por las noches. Hubiera sido feliz a pesar de lo que nos hacía pasar "Es Chatillo" con menús que no mataban, pero que ayudaban a morir lentamente, para terminar, un día a la semana con el celebre "plato único" que, una vez visto, se podía denominar "plato vacío"...

Recuerdo que una noche, estando sólo, como de costumbreen aquella inmensa nave de techo inclinado y vigas de madera, que cubría casi todo el edificio, iba contando y clasificando nombres "in mente". La lista era larga, muy larga... Entre tanta gente, vivos quedaban pocos...

La Isla se iba quedando desierta de demócratas, de hombres nacidos libres.

Y llegué a la conclusión de que muchos de aquellos que habían sucumbido, poseían el privilegio de gozar, en toda su íntima constitución, la gracia de la libertad, concedida por su natura sólo a los escogidos; puesto que, a la mayoría, al no haber llegado a un nivel de desarrollo de la propia dignidad, les falta, aún siendo entes racionales, la plenitud del raciocinio y, como consecuencia, no pueden ser libres.

Recuerdo que desde aquella ventana el ir y venir de las muertas olas al alargarse sobre la playa del Puerto. Aquel acompasado ruido me ayudaba a mantener el ritmo de mis propios pensamientos y, desde el fondo de mi conciencia, de mi intelecto, me sentía, a pesar de los chinches, el hambre y el asma, un hombre afortunado, puesto que físicamente me aguantaba vivo y espiritualmente, me sentía más libre que el canto de un trovador.

Hubiera sido totalmente feliz al pensar y comprobar que existía, aún a pesar de los ataques asmáticos, si no hubiera sido por el ronquido acompañado de los aviones que, a primeras horas, salían a bombardear poblaciones abiertas como Barcelona, Valencia, y tantas otras...

Y me hubiera sentido feliz, si no hubiera habido tanto muerto, tanta sangre vertida...

Recuerdo que una noche al asomarme a una de las ventanas del porche y contemplar el irregular entrante de agua que, en forma de lago, constituye la pequeña y casi cerrada bahía del Puerto de Sóller, contemplé con espanto, que habían desaparecido los destellos de plata, producidos por el choque de los rayos de luna sobre el líquido elemento y

todo había quedado rojo, totalmente rojo .

Tuve la sensación que toda la sangre derramada sobre la Isla se había acumulado en aquel embalse...

No sé si despierto o soñando. No sé si demasiado cuerdo o demasiado loco. Lo único que sé, es que escudriñé una y mil veces, ante aquella visión y busqué a unos y a otros y no pude distinguir a figura humana alguna. Sólo en mi mente quedaban nombres. Los cuerpos yacían Dios sabe dondepero allí, en aquel lugar, yo veía la sangre de todos. La sangre de un Olmos, un Grau, de un Pastor, de un Canea, de un Fernández, de un Coll, de un Matas...

A la mañana siguiente, bajo un radiante sol, desde una de las mirandas de la carretera, contemplé las aguas del Puerto. Allí había todos los colores de la paleta, menos el rojo...

Azules y verdes, en todas sus gamas, en todas sus mezcla... Cristalinos, transparentes...

Y me sentí otra vez casi feliz. Espiritualmente libre...

Al llegar al Campamento, de regreso del trabajo, Miguel Vicens, el bonachón de practicante, me dijo en gran secreto que aquel hombre joven y poliomielítico, llegado unos días antes, había tenido un ataque de locura y había intentado suicidarse. Menos mal que él, por circunstancias meramenlcasuales, había llegado a tiempo de evitarlo.

Me puse a reír a grandes carcajadas.

- ¿Esto te hace reír? -me preguntó en tono de desagrado.

- ¡No! -le contesté, pero pensé, que la noche anterior también yo había estado en contacto con la locura y, sin darme cuenta, mecánicamente exclamé:

- ¡Pero ya no hay sangre!... El agua está limpia, transparente...

- Tú sí que estás más loco que una cabra...

Y se fue.



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