08 agosto 2025

El Turismo sí, pero... Bartomeu Bennasar

El Turismo sí, pero... Bartomeu Bennasar

Entrevista que realizó el profesor de secundaria Antoni Janer Torrens a Bartomeu Bennasar, Teólogo, publicada en el Diario "Ara Balears" el 15-03-2025. Y reproducida en la revista "Amigos del Seminario" el 03-05-2025.
La reproducimos aquí con permisos explícito del autor Antoni Janer Torrens.
La original en catalàn. 


El día 15 del pasado mes de marzo, el profesor de secundaria, Toni Janer Torrens, publicó en el Diari «ARA. Baleares» una adecuada y acertada entrevista a nuestro querido profesor y amigo, Bartomeu Bennàssar. A sus 87 años, bien lúcido y clarividente, nos da su visión de la situación a día de hoy del crecimiento desmedido del número de turistas que visitan nuestras Islas y los efectos negativos que genera. Nunca habría imaginado, nos confirma Bartomeu Bennàssar, que el turismo en nuestras Islas llegara al desastre actual: la degradación del territorio y el drama de la vivienda.

El Consejo de Redacción ha considerado adecuado y oportuno publicar para nuestros lectores la apropiada entrevista de Toni Janer en Bartomeu Bennàssar, en la que se actualizan las muchas y cuidadosas reflexiones que nos ha ofrecido el admirado profesor durante las últimas seis décadas, de entre las que queremos recordar, para los lectores interesados a ampliar mes de octubre de 2020, en la que publicamos una propuesta respuesta a la cuestión: ¿Es sostenible un modelo económico basado principalmente en el turismo?

Nota de la revista "Amics del Seminari"

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En 1964 el cura felanitxer hizo una tesis doctoral pionera sobre las consecuencias que tendría la industria de sol y playa en Baleares. Seis décadas después, a 87 años, lamenta para el ARA Baleares, que la realidad haya superado sus peores predicciones.

Desde su casa de Felanitx, Bartomeu Bennàssar Vicens, de 87 años, se cree que el Gobierno de Marga Prohens haya creado una Mesa de la sostenibilidad para luchar contra la masificación turística. "Hace sesenta años -asegura- ya hubo voces que advirtieron que el boom turístico se nos escaparía de las manos. Ahora el mal ya está hecho". El propio Bennàssar fue una de esas primeras voces que clamó en el desierto.

En 1964, a 27 años, defendió su tesis doctoral "Turismo y pastoral".

Síntesis de teología de las vacaciones. Fue el inicio de una fecunda actividad intelectual. "Yo nací en 1937 y, a diez años, ingresé en el seminario Viejo de Palma. Desde la azotea teníamos una vista privilegiada sobre el Arenal. Era una playa paradisíaca, sin nada. En la década de los cincuenta, pero, poco a poco, se fue poblando de hoteles. Aquel nuevo panorama. surgida después de la Segunda Guerra Mundial, Europa ofrecería nuestras islas como lugar de descanso para los trabajadores de sus fábricas y empresas”.

En 1962 el aeropuerto de Son Sant Joan, inaugurado dos años antes, ya daba la bienvenida al turista un millón. Aquel año Bennàssar se encontraba en Roma estudiando en medio de la celebración del Concilio Vaticano II, que apostó por una línea más aperturista de la Iglesia. “Entonces empieza a hablarse de la teología de las realidades terrenales.

Habiéndome ordenado cura, me propuse hacer una tesis doctoral para analizar el fenómeno turístico bajo este prisma. No me interesaba hablar del escándalo que suponían las conocidas suecas para la moral del nacionalcatolicismo. Quería hablar de otros impactos. La Biblia dice que Dios, después de crear el mundo en seis días, se tomó el séptimo para descansar. Y el turismo se basa en la posibilidad de descansar, tener tiempo libre, a partir de la contemplación de la naturaleza. Pero también nos dice que debemos ser señores de la creación y no destructores, y eso es lo que precisamente hicimos con el famoso concepto de la balearización”.


Curiosamente, casi sesenta años antes de que Bennàssar emprendiese su investigación, había sido otro felanichero el ideólogo de la incipiente industria turística en Mallorca. Fue Bartomeu Amengual Andreu (1866-1961), integrante del grupo de los insensato. En 1903, en el año de la inauguración del Gran Hotel de Palma, publicó La industria de los forasteros a partir de una serie de artículos suyos aparecidos en La Almudaina. Se trataba de uno de los primeros libros de toda Europa sobre las posibilidades económicas del turismo. “Tal vez –escribió– tenemos bajo nuestra planta el filón que no cuidamos de alumbrar y descubrir del todo”. Tras el paréntesis de la Guerra Civil y de la Segunda Guerra Mundial, la explotación de ese filón sería un auténtico tsunami para Mallorca. “Al servicio del capitalismo –lamenta Bennàssar–, el turismo es el fenómeno que más ha revuelto la isla en toda su historia”.

TEOLOGÍA DEL LIBERACIÓN. En 1968, habiendo defendido ya su tesis doctoral, Bennàssar fue destinado como misionero en Perú. "En julio, en el pueblo Chimbote, asistí a una reunión del cura Gustavo Gutiérrez. Fue entonces cuando por primera vez habla de la Teología de la Liberación, un movimiento que quería combatir la situación de opresión y subdesarrollo de los países de Latinoamérica. Hacía un año que, en Bolivia, había muerto Ernes." muy identificado con aquella filosofía. Se trataba de llevar el mensaje de Cristo a pie de calle, pero no lo vieron con buenos ojos.

De regreso a la Mallorca turística, el felanitxer fue nombrado párroco de la parroquia de Portopí, en Palma, y se puso a dar clases en el CETEM (Centros de Estudios Teológicos de Mallorca). No podía dejar de pensar en lo que había aprendido en Perú.

"La Teología de Liberación me ayudó a entender el turismo desde una nueva perspectiva. Había las personas que lo disfrutaban, los turistas, y otras que lo sufrían, los trabajadores peninsulares, y yo tenía que ponerme del lado de estos últimos". Así fue que en verano de 1971, a 34 años, Bennàssar decidió pasar de la teoría a los hechos. “Encontré trabajo en el hotel

Son Caliu de Calvià. En ningún momento dije que era cura. Me toca hacer de fajin de pisos, una figura que ya no existe. Me dedicaba a hacer encargos y llevar maletas arriba y abajo. Me sorprendió mucho descubrir las condiciones tan precarias en las que vivían los trabajadores.” El símbolo de tanta precariedad eran las conocidas llorigueras, las habitaciones del todo insalubres que los hoteleros habilitaron en los sótanos. Estaban obligados por ley a ofrecer alojamiento al personal de afuera. [Entre los años 1960 y 1970, el boom turístico en Baleares (Menorca, la que menos) atrajo a más de 130.000 peninsulares procedentes de las zonas rurales más pobres].


ACOGIMIENTO. 


Aquella inmersión en el submundo del turismo hecha por Bennàssar sería seguida por otros curas que también se habían imbuido en Perú de los postulados de la Teología de la Liberación. Fue el caso de Jaume Santandreu. En 1971 puso en marcha, en el Arenal, el primer proyecto de Acogida. Era un espacio que servía de guardería para los hijos de las madres trabajadoras y de consulta jurídica con los primeros abogados laboralistas de las Islas, Ferran Gomila y Catalina Moragues. “La mayoría de los trabajadores –recuerda Bennàssar– eran analfabetos y no conocían ninguno de sus derechos laborales”.


La experiencia en el hotel Son Caliu sólo llevará los tres meses de verano. El felanitxer tenía que volver a dar clases en el CETEM. Sin embargo, continuó con su activismo con un nuevo cargo en el Obispado, el de delegado diocesano de Turismo. "Lo fui hasta 1976. La delegación se creó para atender las necesidades de los turistas, como podía ser ofrecerles misas en su lengua. Yo, sin embargo, le di un nuevo enfoque. Puse el foco en los problemas de los trabajadores inmigrantes explotados de los hoteles".


Mientras, la producción intelectual no detenía. "En 1972 publiqué el opúsculo Turismo sí, pero... Hacía ocho años de la defensa de la tesis doctoral y quería volver a alertar sobre la cara oscura de la industria de sol y playa y sobre su impacto en nuestra cultura e identidad". Bennàssar también formaría parte del equipo de Miquel Montcadas, obispo de Menorca y presidente, a nivel estatal, del departamento de Turismo de la Conferencia episcopal española. Desde este departamento elaboraría, junto a Carmel Bonnín, un libreto con información jurídica titulado Guía del trabajador de hostelería.


En 1973 la crisis internacional del petróleo dejó en la calle a miles de trabajadores de la hostelería. "Estuvieron totalmente abandonados por el franquismo, sin derecho a cobrar paro. Fuimos la gente de la Iglesia quienes los atendimos. Hubo muchas personas que volvieron a la Península. Otros, sin embargo, quedaron aquí solos y se refugiaron en el alcohol y luego en las drogas. Precuñamos el concepto de "viejo" en realidad tenían sólo 40. Para ellos habilitamos el Hospital de Noche en la Misericordia. Más adelante abrimos otros centros asistenciales como el de Can Pere Antoni, Son Ribas y Can Gazà”. En 1979 el obispo de Mallorca, Teodoro Úbeda, quiso coordinar mejor todo aquel tercer sector de la Iglesia con la creación de la Delegación Diocesana de Acción Social. Su primer director hasta 1983 fue el propio Bennàssar, que trabajó en colaboración con Cáritas Diocesana, fundada en 1961.


LLORERA.


En 2001, a 64 años, el felanitxer recogió todas sus reflexiones en torno a nuestra gallina de los huevos de oro en el libro Proceso al turismo. Turismo de masas, inmigración, medio ambiente y marginación en Mallorca (1960-2000), editado por Lleonard Muntaner. “El relato oficial es que el turismo salvó a Mallorca de la pobreza de la posguerra, pero en realidad fue la salvación del franquismo.

Esa herramienta de prosperidad ha acabado siendo nuestra tumba como pueblo”.


El año que Bennàssar publicó su libro eran los inicios de la globalización económica y el primer Pacto de Progreso del socialista Francesc Antich intentó frenar la masificación turística con la polémica ecotasa, que tuvo la oposición del sector hotelero. Ahora, 24 años después, el felanitxer no se ve con ánimos de escribir la segunda parte de Procés al turisme. "Nunca me hubiera imaginado que lleguáramos al desastre actual. Me hace llorera ver la depredación de nuestro territorio y el drama de la vivienda. La Mesa de la sostenibilidad del Gobierno de Prohens llega demasiado tarde. Ahora nos lamentamos encima de un muerto".


Día escolar del turismo


En 1972 Bartomeu Bennàssar también se encargó de hacer pedagogía del turismo. Con otro cura inventó el Día escolar del turismo. "Queríamos -dice- que ya de pequeños los niños tomaran conciencia de las ventajas y de los inconvenientes del turismo. La idea era también disuadirles de dejar los estudios a 14 años para ir a trabajar a los hoteles. Comenzamos celebrando el día en un par de colegios de Palma con la intención de extenderla. edición”. El objetivo final era que la iniciativa fuese declarada internacional. "Entonces los isleños aún no éramos turistas. Pretendíamos que quienes nos vinieran a visitar reflexionaran sobre el impacto que ocasionaba su tiempo de ocio en nuestra tierra".


Bennàssar considera que hoy es más necesario que nunca la formación turística entre los jóvenes. "En lugar de ir a ver la academia de Rafael Nadal en Manacor, estaría bien que desarrollaran el espíritu crítico con una industria que ha condicionado nuestra historia. El turismo tiene cosas buenas, pero ahora tenemos demasiados hoteles y demasiado turistas que viajan de forma compulsiva siguiendo el modelo capitalista de consumir experiencias y territorios". En 2001, en el libro Proceso al turismo, el felanitxer ya hacía la siguiente consideración: "El boom turístico nos explotó y todavía nos explota como personas y como pueblo. Si entrásemos dentro de una época, digamos, 'postturística' con una cierta dosis de hipoturismo" o baja de turistas y con una mayor sensatez ( reencontrarnos como pueblo”.

Aquella radiografía de la Mallorca de hace 24 años era ya bastante desoladora.


"El resultado es una sociedad 'indefinida', sin rostro claro, mezclada, despersonalizada, expropiada, alienada [...]. Venal y vendida... Una sociedad débil [...]. Una sociedad con 'más cosas', pero no más culta ni más sensible". Bennàssar tampoco escatimó en críticas a la corrupción asociada al turismo: “Muchos de los hombres de mi generación pudimos estudiar una carrera porque nuestros padres habían hecho estraperlo (porque habían mercadeado con el hambre de los demás): ahora, muchos jóvenes estudian en nuestras facultades y son el producto de otra corrupción trágicamente explotado y en un empresariado mediocre y egoísta, que es la otra característica del franquismo”.


La realidad actual da la razón a Proceso al turismo en sus conclusiones:

"El precio pagado por el plato de lentejas ha sido y es excesivo sobre esta tierra y sus hombres [...]: la visión mercantilista de la vida, los monstruos de hormigón sin infraestructura urbanística, ni social ni ecológica, el impacto demográfico debido a la inmigración masiva [...]. Hemos quedado baldados o balearizados".


El Viejo y el mar. Ernest Hemingway. Capitulo 7

El Viejo y el mar. Ernest Hemingway. Capitulo  7

Ahora tenía seis rollos de reserva. Había dos de cada carnada, que había cortado, y los dos del cebo que había cogido el pez. Y todos estaban enlazados. 


“Tan pronto como sea de día –pensó–, me llegaré hasta el cebo de cuarenta brazas y lo cortaré también y enlazaré los rollos de reserva. Habré perdido doscientas brazas del buen cordel Catalán y los anzuelos y alambres. Eso puede ser reemplazado. Pero este pez, ¿quién lo reemplaza? Si engancho otros peces, pudiera soltarse. Me pregunto qué peces habrán sido los que acaban de picar. Pudiera ser una aguja, o un emperador, o un tiburón. No llegué a tomarle el peso. 

Tuve que deshacerme de él demasiado pronto.” En voz alta dijo: 
–Me gustaría que el muchacho estuviera aquí.  
“Pero el muchacho no está contigo”, pensó. 
“No cuentas más que contigo mismo, y harías bien en llegarte hasta el último sedal, aunque sea en la oscuridad, y empalmar los dos rollos de reserva.” 
Fue lo que hizo. Fue difícil en la oscuridad y una vez el pez dio un tirón que lo lanzó de bruces y le causó una herida bajo el ojo. La sangre le corrió un poco por la mejilla. Pero se coaguló y secó antes de llegar a su barbilla y el hombre volvió a la proa y se apoyo contra la madera. Ajustó el saco y manipuló cuidadosamente el sedal de modo que pasara por otra parte de sus hombros y, sujetándolo en estos, tanteo con cuidado la tracción del pez y luego metió la mano en el agua para sentir la velocidad del bote. 

“Me pregunto por qué habrá dado ese nuevo impulso –pensó–. El alambre debe de haber resbalado sobre la comba de su lomo. Con seguridad, su lomo no puede dolerle tanto como me duele el mío. Pero no puede seguir tirando eternamente de este bote, por grande que sea. Ahora todo lo que pudiera estorbar está despejado y tengo una gran reserva de sedal: no hay más que pedir.” 

–Pez –dijo dulcemente en voz alta–, seguiré hasta la muerte. 

“Y él seguirá también conmigo, me figuro”, pensó el viejo, y se puso a esperar a que fuera de día. Ahora, a esta hora próxima al amanecer, hacía frío y se apretó contra la madera en busca de calor. “Voy a aguantar tanto como él”, pensó. Y con la primera luz el sedal se extendió a lo lejos y hacia abajo en el agua. El bote se movía sin cesar y cuando se levantó el primer filo de sol fue a posarse sobre el hombro derecho del viejo. 

–Se ha dirigido hacia el norte –dijo el viejo. “La corriente nos habrá desviado mucho al este –pensó–. Ojalá virara con la corriente. Eso indicaría que se estaba cansando.” 

Cuando el sol se hubo levantado más el viejo se dio cuenta de que el pez no se estaba cansando. Solo había una señal favorable. El sesgo del sedal indicaba que nadaba a menos profundidad. Eso no significaba, necesariamente, que fuera a brincar a la superficie. Pero pudiera hacerlo. 

–Dios quiera que suba –dijo el viejo–. Tengo suficiente sedal para manejarlo. 

“Puede que si aumento un poquito la tensión le duela y surja a la superficie – pensó–. Ahora que es de día, conviene que salga para que llene de aire los sacos a lo largo de su espinazo y no pueda luego descender a morir a las profundidades.” 

Trató de aumentar la tensión, pero el sedal había sido estirado ya todo lo que daba desde que había enganchado el pez y, al inclinarse hacia atrás, sintió la dura tensión de la cuerda y se dio cuenta de que no podía aumentarla. “Tengo que tener cuidado de no sacudirlo –pensó–. Cada sacudida ensancha la herida que hace el anzuelo y, si brinca, pudiera soltarlo. De todos modos me siento mejor al venir el sol y por esta vez no tengo que mirarlo de frente.” 

Había algas amarillas en el sedal pero el viejo sabía que eso no hacía más que aumentar la resistencia del bote, y el viejo se alegró. Eran las algas amarillas del Golfo –el sargazo– las que habían producido tanta fosforescencia de noche. 

–Pez –dijo–, yo te quiero y te respeto muchísimo. Pero acabaré con tu vida antes de que termine este día. 

“Ojalá”, pensó.  

Un pajarito vino volando hacia el bote, procedente del norte. Era una especie de curruca que volaba muy bajo sobre el agua. El viejo se dio cuenta de que estaba muy cansado. 

El pájaro llegó hasta la popa del bote y descanso allí. Luego voló en torno a la cabeza del viejo y fue a posarse en el sedal, donde estaba más cómodo. 

–¿Qué edad tienes? –preguntó el viejo al pájaro–. ¿Es este tu primer viaje? 

El pájaro lo miro al oírlo hablar. Estaba demasiado cansado siquiera para examinar el sedal y se balanceó asiéndose fuertemente a él con sus delicadas patas. 

–Estás firme –le dijo el viejo–. Demasiado firme. Después de una noche sin viento no debieras estar tan cansado. ¿A que vienen los pájaros? 

“Los gavilanes –pensó– salen al mar a esperarlos.” Pero no le dijo nada de esto al pajarito que de todos modos no podía entenderlo y que ya tendría tiempo de conocer a los gavilanes. 

–Descansa, pajarito, descansa –dijo–. Luego ve a correr fortuna como cualquier hombre o pájaro o pez. 

Lo estimulaba a hablar porque su espalda se había endurecido de noche y ahora le dolía realmente. 

–Quédate en mi casa si quieres, pajarito –dijo–. Siento que no pueda izar la vela y llevarte a tierra, con la suave brisa que se está levantando. Pero estás con un amigo. 

Justamente entonces el pez dio una súbita sacudida; el viejo fue a dar contra la proa y hubiera caído por la borda si no se hubiera aferrado y soltado un poco de sedal. 

El pájaro levantó el vuelo cuando el sedal se sacudió y el viejo ni siquiera lo había visto irse. Palpó cuidadosamente el sedal con la mano derecha y notó que su mano sangraba. 

–Algo la ha lastimado –dijo en voz alta y tiró del sedal para ver si podía virar el pez. Pero cuando llegaba a su máxima tensión sujeto firme y se echó para atrás para tomar contrapeso. 

–Ahora lo estás sintiendo, pez –dijo–. Y bien sabe Dios que también yo lo siento. 

 Miro en derredor a ver si veía el pájaro porque le hubiera gustado tenerlo de compañero. El pájaro se había ido. 

“No te has quedado mucho tiempo –pensó el viejo–. Pero adonde vas a ser más difícil, hasta que llegues a la costa. ¿Cómo me habré dejado cortar por esa rápida sacudida del pez? Me debo de estar volviendo estúpido. O quizás sea que estaba mirando al pájaro y pensando en él. Ahora prestaré atención a mi trabajo y luego me comeré el bonito para que las fuerzas no me fallen.” 

–Ojalá estuviera aquí el muchacho y tuviese un poco de sal –dijo en voz alta. 

Pasando la presión del sedal al hombro izquierdo y arrodillándose con cuidado lavó la mano en el mar y la mantuvo allí, sumergida, por más de un minuto, viendo correr la sangre y deshacerse en estela y el continuo movimiento del agua contra su mano al moverse el bote.  

–Ahora va mucho más lentamente –dijo.  

Al viejo le hubiera gustado mantener la mano en el agua salada por más tiempo, pero temía otra súbita sacudida del pez y se levantó y se afianzó y levantó la mano contra el sol. Era sólo un roce del sedal lo que había cortado su carne. 

Pero era en la parte con que tenía que trabajar. El viejo sabía que antes de que esto terminara necesitaría sus manos y no le gustaba nada estar herido antes de empezar. 

–Ahora –dijo cuando su mano se hubo secado– tengo que comer ese pequeño bonito. Puedo alcanzarlo con el bichero y comérmelo aquí tranquilamente. 

Se arrodilló y halló el bonito bajo la popa con el bichero y lo atrajo hacia sí evitando que se enredara en los rollos de sedal. Sujetando el sedal nuevamente con el hombro izquierdo y apoyándose en el brazo izquierdo saco el bonito del garfio del bichero y puso de nuevo el bichero en su lugar. Plantó una rodilla sobre el pescado y arrancó tiras de carne oscura longitudinalmente desde la parte posterior de la cabeza hasta la cola. Eran tiras en forma de cuña y las arrancó desde la proximidad del espinazo hasta el borde del vientre. Cuando hubo arrancado seis tiras les tendió en la madera de la popa, limpio su cuchillo en el pantalón y levantó el resto del bonito por la cola y lo tiró por sobre la borda. 

–No creo que pueda comerme uno entero –dijo, y cortó por la mitad una de las tiras. Sentía la firme tensión del sedal y su mano izquierda tenía calambre. La corrió hacia arriba sobre el duro sedal y la miró con disgusto. 

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07 agosto 2025

Mallorca natural 17: Salobrar - Es Trenc / Cabo Blanco

 Salobrar - Es Trenc: 



Situado a orillas de los baños de San Juan de la Fuente Santa (Campos), el Salobrar quizás era una gran laguna de poco fondo, transformada ahora en estanques para la extracción de la sal, rodeado de campos de secano donde abundan sebelinos y conejos. En la costa se encuentra la playa de Es Trenc, que comprende desde sa Ràpita hasta la Colonia de Sant Jordi, con dunas bien conservadas, extensas y anchas. En las dunas hay cardos marinos, borrón, iris de mar y bosque de pino carrasco y sabinas, con sotobosque de aladiernos, matas, romeros, estepas y xtprells. En la zona húmeda el árbol dominante es el tamarindo, pero el paisaje es de barrejas, juncos y carrizo. El sitio es clave para la conservación de la avifauna acuática.


Cabo Blanco: 




Al pie de los acantilados imponentes de la cabeza Blanca crían en pleno invierno los cormoranes de abubilla, en parbacanas y agujeros a poca altura sobre el mar, delatados por una gran mancha blanca de heces. Por todas partes hay halcones peregrinos, pasteleras, choricos y otros pájaros como la gaviota de pico rojo o el búho reído. El semejante silba en los crepúsculos. Los matorrales son secos y olorosos por la gran cantidad de jaras, de romeros, de lentisco y de acebuches. En la tierra roja delgada sobre la roca caliza se forman curiosas balsas temporales de agua de lluvia, pequeños ecosistemas de alto interés científico. En los peñascos áridos hay formaciones botánicas roqueras, con interesantes endemismos.