Corría el año 1953 ó 1954, yo tenía 7 u 8 años, nosotros viviamos en el primer piso (había principal) de la finca del Vins D'Or desde 1945, finca que tenía la entrada por el chaflan que da a la Plaza de las Columnas formando parte de la manzana formada por Plaza de las Columnas, Calle Nuredduna (entonces era Arturo Rizzi), Calle Patronato Obrero, Calle Antillón y Calle Uetam. La parte noble de la casa daba a la Plaza de las Columnas y en la Calle Uetam, la parte posterior, "la Galería" le deciamos, daba al interior de la manzana y de allí veiamos las partes traseras de todas las fincas de la manzana. Recuerdo el miedo que me daban aquellos aviones Bristol de la compañía Iberia que iniciaban el descenso para el aterrizaje en el aeropuerto civil de Son Bonet (Son Sant Joan todavía no estaba operativo para vuelos civiles; era un pequeño aeropuerto militar); yo decía: "Un día el piloto calculará mal y el avión entrará en nuestra galería", cuando, por suerte, pasaba por encima de nuestra finca a una altura algo superior a la altura de la misma.
Alguien le regaló a mi padre, por aquel entonces, persona influyente, una pareja de palomas culipavos blancas. En la galería, en el lado derecho, mirando hacia fuera había un altillo de poco más de un metro de ancho y a poco más de un metro del techo, que se alargaba en todo el lado derecho (varios metros). Mi padre, aprovechando la anchura y la altura del altillo, hizo un palomer en la parte más posterior cogiendo poco más de un metro, con una puerta grande y una puerta pequeña. Y allí puso las palomas, en medio una barra de madera a la que volaban a menudo. Mi padre me encargó de dar comida y agua (que se ponía en un abrevadero de barro típico de aquel tiempo, ahora no se ven) y de limpiar el palomar. Lo cual era como decirme: "Las palomas son tuyas aunque yo pagaré la comida". Aquella pareja de palomas fue muy buena, pronto fueron haciendo un nido (una especie de olla hecha con sus propias heces a las que añadían pequeñas pajas o los trocitos de madera, o plumas de las que se les desprendian. Al poco tiempo la hembra ponia los huevos (dos) y al cabo de unos 20 días nacían los pichones, nacían con los ojos cerrados, de un tamaño muy pequeño, como el del propio huevo, totalmente pelados. Los palomos padres, macho y hembra, les seguían incubando como habían incubado hasta la fecha los huevos. Al cabo de una vez o poco más ya tenían un tamaño como el puño. unos picos tan gordos como los de los adultos y los padres ya no los incubaban sino que incubaban junto a ellos. Poco más tarde la hembra ponía otros dos huevos y volvia a empezar el proceso. Mi madre decía "estas palomas, refiriéndose a la pareja inicial, siempre tienen huevos o pichones". El dia que eclosionaban los huevos de la segunda puesta y nacían los nuevos pichones los padres expulsaban definitivamente a los hermanos mayores de la puesta anterior, que debían valerse por si mismos. En la segunda o tercera cría, las palomas ya estaban enraizadas en su nido y palomar y pudimos soltarlas sin miedo a que se fueran y no volvieran, abrimos la puerta pequeña del palomar y la dejamos abierta, la paloma o palomas que no estaban incubando salían volando e iban a cualquier lugar de la parte interior de la manzana. Posteriormente volvian y entraban al palomar por la misma puerta abierta.
Palomas de bandada
En una casa de una finca de la calle Nuredduna había un hombre que tenía una treintena de palomas grises y un palomar bastante más grande y funcional que el nuestro. En un momento del día o dos retiraba el frontal del palomar que daba al exterior y salían todas las palomas que empezaban a volar en bandada (todas juntas, en la misma dirección y formando varias figuras en el cielo alrededor hacia un sitio y hacia el otro). Cuando hacía un rato que volaban ponía el frontal del palomar, que tenía una pequeña abertura que permitía, a las palomas, entrar, pero no salir. Y entonces acudían, rápidamente, todas las palomas que empezaban a entrar de una en una en el palomar, hasta la siguiente suelta. Las palomas de los palomares que, al soltarlos, cada uno va a un lugar diferente en lugar de volar juntos haciendo diferentes evoluciones, se llaman palomas de escampadiza.
Yo era muy curioso con todo lo que ocurría en el nido, que, en realidad eran dos yuxtapuestos uno junto al otro, de mis palomas. Pero tanto el macho como la hembra eran muy valientes y me recibían con un duro golpe de ala cada vez que intentaba desplazarlas para ver lo que había debajo, por lo que los apartaba con un palo en lugar de con la mano.
El canario amarillo
Nuestra casa tiene un atractivo especial tanto para aves domésticas como silvestres, ya que en al menos en tres ocasiones un ave ha entrado en la casa, una por la galería y dos por la habitación de los padres. En la época de la que les hablo, alrededor de 1954, un hermoso canario amarillo entró por la galería. De repente, cerré la ventana (para que no volviera por donde había llegado y mi madre, siempre los agarraba de la misma manera, les echaba por encima una sábana grande y, luego, desde un lado de esta, de rodillas, se desplazaba hacia donde estaba el pájaro, agarrándolo por encima de la sábana y luego, con la otra mano, directamente. En ese momento, mi madre tenía dos periquitos, el macho verde y la hembra azul, que estaban en la sala en una jaula más grande que la que teníamos cuando solo teníamos un periquito. Ésta estaba vacía en el trastero. Fuimos a buscar la jaula vacía y la adaptamos para el canario. Este canario resultó ser un canario muy cantor. Cantaba a todas horas y un canto muy armonioso. ¿De dónde se habría escapado? No lo sabíamos, pero pensamos que se escapó de la mano de alguien que le estaba cortando las uñas ya que tenía un par de ellas cortadas y un par de ellas sin cortar. Pronto vimos al dueño de las palomas escuchando muy atento en la ventana junto a su Palomar. Nos imaginábamos que, muy probablemente, era el dueño del canario. Desde donde estaba, no se veía la jaula ni del canario ni de los periquitos, pero sí un lado del palomar, como también por dónde salían y volvían las palomas blancas. ¡Ay, Dios mío!, ojalá no encuentre la casa de donde salían los alegres cantos del canario. Un día sonó el timbre, abrí y de repente lo reconocí (lo veía siempre que soltaba las palomas y siempre que ponía la parte grande del palomar con la puertecita por donde las palomas entraban y no podían salir, y las veces que lo veíamos en la ventana, escuchad atentamente). Hola, ¿tenéis un canario amarillo muy cantor? —Sí, ¿por qué? —Porque es mío, se escapó un día que le estaba cortando las uñas. —Mamá, hay un señor aquí que dice ser el dueño de nuestro canario. Mamá salió, lo saludó y él repitió lo que me había dicho a mi. Mamá entró en la habitación lateral de la galería, tomó la jaula del canario y regresó a la entrada donde estábamos ese señor y yo. Mamá le entregó el canario: «Tome, cuando pueda nos devuelva la jaula». «No, si llevo una pequeña para transportarlo», tomó el canario con la mano, lo sacó de la jaula y lo metió en una más pequeña que él llevaba, le dio las gracias a mi madre y se fue.
Periquitos
Los periquitos
Así como las palomas eran "mias", los pericos eran de "mi madre". Los tenía de antes del canario y los seguía teniendo después de haber tenido que devolverlo al dueño. Eran una pareja, el macho verde y la hembra azul. Es curioso, si la jaula no es suficientemente grande y adecuada, aunque sean pareja nunca hacen ningún huevo, como de hecho nunca hicieron ninguno. Muy de tarde en tarde los soltaba por dentro de la salita, con la ventana cerrada y también las dos puertas que daban al resto de la casa y los pericos volaban por toda la habitación y se ponían por encima de muebles y elementos altos. Después los cogía con el procedimiento habitual, mediante una sábana y volvía a ponerlos en la jaula.
Muchas veces me he puesto a razonar para ver cuál es la característica diferencial de la persona respecto de los animales. De pequeños, en la escuela, nos decían que era la razón: l"a persona es el animal racional" decían, pero vistas algunas actitudes (por ejemplo las fascistas) es muy cuestionable que la persona sea un animal racional, en cualquier caso sería el animal que tiene la capacidad de razonar en potencia, pero que sólo una parte de personas pasan de la potencia al acto; mientras que algunos experimentos más o menos recientes muestran que otros animales también son capaces de razonar y razonan, pues será el hablar,... pero los loros también hablan y dicen las mismas palabras en situaciones repetidas, entonces será el bipedrismo,... pero la mayoría de los otros primates también son bipedos, será la sensibilidad, pero también se han dado ocasiones que animales han mostrado una gran sensibilidad, serà pues el hecho de ir vestido? No obstante hay tantas personas que, en invierno, para evitarles el frío, visten a sus perros... Aún no he encontrado ninguna característica diferencial que tenga la persona y no ningún otro animal, como no sea la capacidad de cometer genocidio. No conozco ningún caso de genocidio en el reino animal.
Una mañana de invierno, al despestarnos, vimos en la jaula de los pericos que la hembra yacía inmóvil en el suelo de la misma. Indudablemente había muerto, lo que fue un disgusto para todos y más que para nadie para nuestra madre. La madre abrió la portezuela de la jaula y cogió la hembra muerta, el macho aprovechó la apertura de la puerta, salió de la jaula, dio un vuelo y se puso sobre el hombro de nuestra madre, del brazo, de la mano, en que tenía la hembra muerta y empezó a avanzar sobre el brazo hacia la mano. Nunca, antes las veces que la madre los había soltado en la salita lo había hecho. desde ese día se produjo una comunicación especial entre el perico y nuestra madre, cuando lo soltaba ya no necesitaba la sábana para cogerlo y devolverlo a la jaula, cuando lo sacaba de la jaula, muchas veces, el perico se ponía sobre el hombro, encima de la cabeza, sobre la mano,... a veces la el perico comía de la boca de nuestra madre, si ponía comida en la palma de la mano el perico volaba a la mano y comía de su mano. De hecho éste era el procedimiento empleado para devolver el perico a la jaula, el perico, cuando comía de la mano de la madre se dejaba coger y poner en la jaula.
Puet puet
La madrina materna de mi mujer es un rato curiosa. Curiosamente fue la única que nos animó a casarnos. Con motivo de nuestra relación, vino por primera vez a Mallorca. Aquí descubrió el "tumbet" que le gustó tanto que después del primer plato copioso repitió dos veces más. Al día siguiente, casi se pasó el día en el baño. Cuando nosotros fuimos a su casa en Bélgica, hace unos cincuenta años, quedé sorprendido y maravillado. Abuela y a punto de ser bisabuela era muy aficionada al fútbol, estaba suscrita a varios canales europeos de televisión, cuando nosotros sólo podíamos ver dos cadenas, la 1 y la 2, ambas de televisión española. Entre tantas cadenas siempre daban algún partido de fútbol que ella miraba apasionadamente aunque no fuese seguidora de ninguno de los dos equipos. Tenía la televisión debajo de una camilla con faldones. Cuando quería ver la televisión levantaba los faldones de su parte, se sentaba en su butaca y disfrutaba de la televisión. En la pared de la ventana que daba a la calle tenía dos macetas colgantes, una en cada extremo de la pared y a una altura superior a la altura de la abertura de la ventana y dos pájaros que volaban en línea recta de una maceta a la otra, por lo que nunca huían aunque la ventana estuviera abierta, le preguntamos como se llamaban estos pájaros y nos contestó: "puet puet", "puet puet", que es el sonido que hacen dichos pájaros.
Ventana abierta con dos macetas colgantes por encima de la altura
de la apertura de la ventana. Igualmente tenía un perico azul que no volaba a no ser desde arriba de la camilla hasta el suelo de la habitación. Lo tenía suelto y él se pasaba caminando por toda la sala. Había una escalerilla de dos cms de ancha y poco más de un metro de alto que iba desde el suelo a la cima de la camilla (aquella que debajo tenía la televisión), en la cima de la camilla había un comedero y un bebedero pequeños adecuados para un perico y muchos juguetes para el perico. El perico, de vez en cuando subía por la larga escalera hasta la cima de la camilla. Allí comía, bebía y jugaba y después bajaba al suelo volando, única situación en la que volaba (bajando).
Todas las aves y pájaros de los que hoy hemos hablado, palomas, canario, pericos y puet puet, son aves y pájaros nidícolos (nacen con los ojos cerrados, totalmente pelados y necesitan la alimentación y cuidado de sus padres durante un buen puñado de días -al menos un mes- para lograr el desarrollo suficiente para alimentarse y valerse por ai solos).
Hay otro tipo de aves, como los polluelos de gallina, de pato o de avestruz, que cuando eclosiona el huevo nacen con los ojos abiertos, plumón e inmediatamente, pueden andar, correr y buscarse alimento; son las aves nidífugas.
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