20 septiembre 2010

Reivindicando la violencia

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Reivindicando la violencia, reivindicando el sadismo

La persona es un “animal racional”, cuya racionalidad le diferencia de los demás animales y le confiere una mayor capacidad y diversidad de acciones y construcciones, por las que podemos sentirnos superiores a los demás animales, ya que “podemos hacer más cosas” (no obstante no podemos sentirnos superiores desde el punto de vista evolutivo darwiniano. Sólo el tiempo dirá qué seres vivos han sido los mejores desde esta perspectiva). Otra característica diferencial es la emocional, hoy en día mejor valorada que la racional, ya que se ha demostrado, empíricamente, que la inteligencia emocional es mayor garantía de éxito personal, laboral y social que la inteligencia racional.

Hoy sería muy aventurado decir que la inteligencia racional y emociones son exclusivamente humanas. Parece ser que los humanos las compartimos con otras especies animales, aunque éstas las posean en un grado inferior.

Los otros animales se mueven más por los instintos (de supervivencia individual y de la especie, que conlleva el de dominio) que por la razón o emociones. Estos impulsos instintivos pueden suponer expresión de agresión o violencia, aunque no es común el ensañamiento o el sadismo en esta expresión. Curiosamente, la agresión es inversamente proporcional al desarrollo evolutivo del animal: la Amantis Religiosa acaba la copulación con la decapitación del macho por parte de la hembra, dos palomos machos adultos en un espacio reducido, sin posibilidad de escape, luchan horas interminables mediante aletazos y picotazos, los lobos que han iniciado una lucha y que se sienten inferiores en fuerza al rival se echan al suelo y presentan sus genitales al dominante (lo cual le facilitaría a éste, que pudiera castrarlo), esto inhibe la agresión y violencia de quien tenía las de ganar y permite el resultado incruento de la lucha.

El ensañamiento, tortura, sadismo es exclusivamente humano (de un tipo de personas que, emocionalmente y conductualmente, dan rienda suelta a estos concretos “bajos instintos”, que no tienen nada que ver con los “instintos animales”, compartidos en el hecho de sentirlos con muchas otras personas quienes, no obstante, por educación o evolución humana, inhiben su expresión. La humanización y socialización implica esta capacidad humana de inhibir los impulsos automáticos que implicarían a terceras personas o a terceros seres vivos. Nadie, en su sano juicio y sentir personal y social, avasalla a alguien simplemente al notar el impulso y deseo de hacerlo, al sufrir la pasión).

El desarrollo (crecimiento) del humanismo hace que la expresión de la agresión y violencia (en todas sus formas) sea cada vez más cuestionada y rechazada, en mayor o menor grado según el desarrollo (crecimiento) emocional (humano) de cada persona. Casi todas las personas, por lo menos de nuestro mundo, sean de la ideología que sean, rechazamos la violencia y agresión que suponen los actos terroristas, las torturas, la violencia de género (no la podremos erradicar con medidas específicas contra la violencia de género; sólo lo podremos conseguir con medidas generales contra la violencia, contra toda y cualquier violencia), los daños personales y materiales a la población civil en los conflictos internacionales o civiles,...

No obstante la unanimidad no es tanta cuando se trata de autoritarismo con violencia verbal en la educación de los hijos o de los alumnos (sí que coincidimos en que no se les puede azotar), o cuando se trata de una guerra justificada (por supuesto, ni justa ni justificable) o de la violencia o mal trato contra animales en los casos de rituales festivos tradicionales, o engorde forzado y rápido para el consumo.

En verano, y los tiempos circundantes al mismo, hemos podido ver, directamente o a través de los medios de comunicación, algunas de estas fiestas, así como las polémicas suscitadas.

Referente a las polémicas que he seguido constato un incremento progresivo de quienes han llegado a la conclusión de lo inhumano de cualquier divertimento masivo por maltrato animal, aunque estos grupos siguen siendo mucho menos numerosos que quienes desean seguir manteniendo la tradición (hay tradiciones mucho más dignas: como las deportivas, tracción de cuerda, regatas fluviales, meriendas campestres o en la playa, verbenas,... los mismos bailes regionales o el Flamenco,...) Quienes están a favor de mantener las fiestas con humillación o maltrato animal (algunas, como el “Torneo del Toro de la Vega” causan escalofríos y una enorme vergüenza y pena ajenas. No hablemos ya de aquella que consistía en lanzar una cabra desde un campanario de una Iglesia, por suerte ya erradicada, o la otra que consiste en arrancar, a la carrera, la cabeza a un ganso o pato) arguyen dos razones erróneas: la tradición y la libertad, tradición y libertad que no mantienen en otros casos distintos a los que les interesa. ¿Por qué no aceptan la libertad de los terroristas de seguir cometiendo sus actos terroristas? ¿Aceptan la libertad de los imanes de promover la ablación de las niñas musulmanas, incluso en España? ¿Y la de algunos países islámicos de condenar a morir por lapidación?

¿Debemos seguir, por ser tradición medieval de la Iglesia, quemando, públicamente, a los herejes (capaces de cometer herejías como afirmar que la tierra es redonda o que gira alrededor del sol) o considerar como brujas dignas de igual suerte, a las mujeres epilépticas? ¿Debemos exponer los cristianos a los leones en el circo romano, porque era tradición romana? Los espartanos acostumbraban a lanzar desde lo alto del monte Taigeto a los recién nacidos que hubiesen nacido con alguna discapacidad física. Por suerte estas tradiciones han dejado de serlo por erróneas y crueles y gracias, como decía, a la evolución del pensamiento y sentimiento de la humanidad desde el humanismo renacentista. Como también, pasado algún tiempo, por la misma razón, el avance humanista y humanitario, dejarán de practicarse estas “tradiciones” cruentas que comentaba anteriormente que seguimos practicando en la actualidad.

“Ante 30.000 espectadores. Lanceros a caballo. A quien no le gusta que no venga. Yo he arriesgado mi vida y he logrado el triunfo”. Ninguno de estos argumentos justifica la cruel matanza, sino que incrementa la indignidad de quien la aplica: El mal ejemplo social dado a tanta gente (luego les exigiremos que no sean violentos, o no, según convenga). El toreo de un torero ante un toro, desprovisto de las suertes de varas y banderillas puede ser arte y mérito de valentía, la persecución a caballo de muchos que le clavan lanzas y matan no tiene nada de arte ni de valentía y sí mucho de sadismo de bajas pasiones y, además, gregario. No porque quien lo condena no lo vea el mal deja de serlo. El arriesgar la propia vida por maltratar un toro (o cualquier otro animal o persona) o por temeridad no es ningún mérito, sino que es un demérito (distinto es el caso de quien la arriesga para salvar a alguien que esté en peligro o dificultad como el caso de aquel bombero que la perdió al intentar salvar a alguien que estaba en una vivienda incendiada).

Aberraciones festivas populares:
http://arcoatlantico.blogspot.com/2010/03/inteligencia-emocional.html  

Test de tolerancia a la violencia:

De 0 a 10 valore el grado de acuerdo con las siguientes afirmaciones (0: no estoy nada de acuerdo. 10: Estoy totalmente de acuerdo)

1 Los actos terroristas pueden estar justificados.
2 Se puede torturar a un terrorista, bien para que declare sus responsabilidades, bien para que delate a sus compañeros terroristas, bien para darle un castigo ejemplar.
3 Yo justificaría las acciones de las FARC colombianas.
4 Yo justificaría las acciones de los paramilitares colombianos.
5 Las agresiones recibidas por EUA el 11S de 2001 estaban más o menos justificadas.
6 La guerra de Afganistan y el ataque a Iraq, como reacciones a estas agresiones, estuvieron plenamente justificadas.
7 La violencia contra animales está justificada sólo en el caso de que forme parte de algún ritual propio de fiestas tradicionales.
8 La violencia de género puede justificarse en algunos casos (por ejemplo en el caso de adulterio).
9 Debe estudiarse la reimplantación de la pena de muerte o cadena perpetua íntegra para los casos de terroristas confesos con delitos de sangre.
10 Un buen azote en el momento oportuno, dado por el padre, la madre o el maestro, podría solucionar muchos problemas.

Resultados:
Sumando las puntuaciones otorgadas a cada uno de los 10 items, la puntuación máxima es de 100 puntos y la mínima es de 0 puntos. Cuanto mayor sea su puntuación mayor es su tolerancia a la violencia y viceversa. Lo ideal sería que Vd. no hubiese obtenido ni un solo punto. Todos los problemas y todas las cuestiones deben y pueden solucionarse mediante procedimientos distintos a procedimientos de violencia. Es más, en caso de querer solucionar un problema aplicando cierto tipo de violencia en mayor o menor grado, el problema, lejos de solucionarse, tiende a incrementarse.
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Antoni Ramis Caldentey
Psicólogo humanista social
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