10 abril 2005

¿Quién teme a la CIA de Bush. M.Vallés/M.Goñi

Escalofriante. Los ciudadanos del mundo, ante la inmoralidad del Bushismo y el mutismo acojonado de ONU, UE,... de todos los poderes ejecutivos y judiciales del mundo, estamos indefensos; a merced de los caprichos de la fuerza más arbitraria, agresiva, violenta y terrorista del mundo. Ved este valiente artículo de M.Vallés/M.Goñi
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¿Quién teme a la CIA?

Occidente se escandaliza por los vuelos de la muerte organizados por Pinochet o por los militares argentinos, mientras tolera que aviones de la CIA con base en Mallorca secuestren a ciudadanos sin ninguna acusación en firme, para trasladarlos a países donde la tortura es un habito. Los datos se multiplican, los gobiernos se inclinan ante Bush.

M.VALLES/M.GOÑI
La Almudaina, suplemento del Diario de Mallorca. 10-04-05

Los secuestradores de la CIA que se han pasado un mes largo en Palma, están más asustados que sus presas a la hora de la verdad. En el momento de la abducción de un presunto terrorista –con un porcentaje de errores que sería estrepitoso de no mediar las dramáticas circunstancias de la pérdida indefinida de libertad sin control judicial–, actúan enmascarados o encapuchados. Mientras trasladan a ciudadanos europeos, canadienses o australianos a los aviones familiares en Son Sant Joan, los motores ya están en marcha. Deprisa, deprisa. El nerviosismo mide el estado de ánimo de los espías norteamericanos. Sólo se relajan en Mallorca, donde llegan a reservarse cinco días consecutivos en medio de una agenda sobrecargada. Palma-Guantánamo es el charter más inexplicable de la historia del turismo mallorquín. La intranquilidad se hace sorprendente en comandos cuyos miembros han sido seleccionados individualmente. Las operaciones están controladas por la CIA, pero intervienen asimismo miembros de las fuerzas especiales. Sólo responden personalmente ante Donald Rumsfeld, que informa posteriormente al Pentágono. Según el protocolo establecido tras la caída de las Torres Gemelas, los secuestros cuya conexión mallorquina ha desvelado este periódico, han de ser aprobados individualmente por Bush.
Los espías saben que bordean la legalidad. De hecho, hay juristas norteamericanos convencidos de que la están vulnerando abiertamente, y Washington se expone a las sanciones internacionales por violación de Derechos Humanos que solicita periódicamente para Cuba o Irán. Sobre todo, los agentes de la CIA son conscientes de que serán las víctimas propiciatorias si estas entregas extraordinarias” –las “extraordinary renditions”, según la terminología que pretende dar cobertura a la trama– se contrastan con una opinión pública escéptica sobre las medidas excepcionales adoptadas con posterioridad al 11-S. El precedente de Abu Ghraib, donde sólo los escalones inferiores han sufrido castigo, está demasiado próximo. Los tripulantes de las prisiones volantes esmeran las precauciones. Sin embargo, en Milán –donde cortaron el tráfico en los dos extremos de una calle de doble sentido, para secuestrar a un imán a plena luz del día– abusaron de los inseguros teléfonos móviles con una ingenuidad asombrosa. La localización de los mismos aparatos en el momento del arresto y en la base de la OTAN en Aviano, ha permitido que la procuraduría milanesa, equivalente de la fiscalía, identificara a la docena de espías involucrados posiblemente en la operación. La prensa italiana se ha mofado abiertamente de unos agentes dignos de Mortadelo y Filemón, porque “han demostrado menor conocimiento de la tecnología que cualquier italiano medio en posesión de un telefonino”. Para redondear la paradoja, han sido descubiertos por el mismo procedimiento que permitió detener al rosario de autores del 11-M.
Occidente calla avergonzado. Irlanda, el país más complaciente con Bush hasta la fecha, no sufre ningún empalago al afirmar que los aviones de la tortura pueden aterrizar en Shannon, desde donde han enlazado con Palma. La ultrademocrática Suecia intentó ocultar, por todos los medios, que había entregado sin ninguna garantía a dos residentes egipcios en su suelo. Tras ser trasladados a El Cairo y denunciar torturas, uno de ellos fue puesto en libertad sin cargos. La postración universal ante Bush ha dado alas a la CIA, que no ha tenido ningún empacho en desafiar al planeta, reivindicando la legalidad de sus operaciones. La Agencia sólo ha pedido perdón expresamente al ministro alemán de Interior, Otto Schily, por el secuestro de un ciudadano alemán planeado y lanzado desde Mallorca. Según la agencia estadounidense, “se nos salió de madre”. Hasta el lenguaje despide aromas del Lejano Oeste, de donde Bush obtuvo la inspiración para el lema de su Cruzada, “vivos o muertos”. Para tranquilizar a los indecisos conforme arreciaban las revelaciones, la CIA se sacó de la manga una treta jurídica. La agencia asegura que dispone de documentos firmados por los países receptores –los peor situados en el ranking de los Derechos Humanos–, según los cuales se comprometen a tratar humanitariamente a los secuestrados. Hasta el severo New York Times incumplió su libro de estilo y se mofó abiertamente de esta desfachatez, en un contundente comentario editorial.
En la seguridad de las cabinas de sus reactores, los espías recuperan el humor. El ingeniero canadiense Maher Arar, esposado al mullido asiento de un lujoso Gulfstream camino de Siria, preguntó directamente a sus captores si estaba detenido. “¿Te parece que esto es un secuestro?”, le replicaron mientras le invitaban a ver películas de detectives durante el trayecto. Una vez en Damasco, ya sin DVD, sería sometido a interminables sesiones de latigazos con un cable de metal.
Llegada al aeropuerto de Son Sant Joan, donde han tenido su base los secuestros, la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega sufrió una amnesia repentina respecto a los compromisos de la izquierda. En sintonía con los gobiernos más postrados ante Bush, calificó de poco convincente la denuncia formulada ante el fiscal por un grupo de ciudadanos de Balears. Contra el desdén de la política que ha hecho su carrera en Justicia sin ningún aval jurídico, este periódico ha recogido el testimonio de los responsables de la investigación en otros países. Mostraron su extrañeza ante el hecho de que el fiscal general español no haya tomado cartas personalmente en el asunto. Menos precavido que su vicepresidenta, el hoy diputado Francesc Antich calificó “brutal” la conexión de Palma con los secuestros. La frase dio la vuelta al mundo, fue recogida por medios de Austria a México. A su lado, Fernández de la Vega simboliza, con la vertiente histérica derivada su limitación para el cargo que desempeña, la actitud ridícula de un Gobierno que suspira por recibir la absolución de Bush. La tortura no admite término medio, o se combate o se practica, ya sea en grado de encubrimiento y aunque se la justifique, como hace ahora un sector de la población norteamericana. El diputado verde inscrito en el Grupo Socialista también vio paralizadas sus iniciativas, que el PSOE calificó de inoportunas. El desprecio del Gobierno a las amenazas que suponen los aviones de la CIA –por ejemplo, han colocado a Mallorca en el espinoso terreno de las reivindicaciones islámicas– se asemeja demasiado a la actitud de Aznar, cuando Bin Laden señaló a España como destinataria de las furias de Al Qaeda con resultados conocidos. Hubiera sido curioso contemplar la reacción de Fernández de la Vega, si las estancias en Palma de las prisiones volantes se hubieran producido cuando acosaba con estridencia a Aznar –hubo un paréntesis en el interregno con el PSOE, pero los vuelos se reanudaron con renovados bríos en otoño de 2004, una vez instalado el nuevo gobierno –. En este capítulo hay que abordar el permiso explícito de los países donde aterrizan los aviones para secuestros. Según el patrón seguido en otras zonas, la aquiescencia va más allá de un desvío de la mirada, aunque difícilmente se firmarán documentos al respecto. No es descabellado imaginar que debió producirse algún tipo de autorización. Por ejemplo, para evitar una incómoda intervención judicial. Por fortuna, los medios impresos más importantes del mundo han terciado con aportaciones al escándalo. Publicaciones norteamericanas –Los Angeles Times, Chicago Tribune, Boston Globe, Washington Post, New York Times, Newsweek, The New Yorker–, inglesas –The Times, The Guardian, The Independent–, italianas –Corriere della Sera, la Repubblica–, alemanas –Der Spiegel–, francesas –Libération, Le Monde Diplomatique– o suecas –Aftonbladet – han tejido, con minuciosidad casi dolorosa, el relato de las rutas de secuestros de la CIA. Televisiones norteamericanas –60 Minutes, el programa estrella de la CBS–, británicas –la BBC–, alemanas –la estatal ZDF– o suecas –el programa Kalla Fakta de TV4– han efectuado contribuciones decisivas, localizando a los secuestrados y conectándolos con los vuelos que los llevaron a la tortura.
En los países donde la justicia no es un mero títere gubernamental –Italia, Alemania, Suecia–, las fiscalías se han embarcado en la investigación de lo que califican de secuestro y violación flagrante de la soberanía nacional. Martin Hofmann, responsable del ministerio público muniqués, ha recurrido a un revolucionario análisis capilar, para verificar la versión ofrecida por su compatriota Khamed el-Masri. Ya ha detectado el hotel macedonio donde el vendedor de coches usados fue retenido durante tres semanas, antes de proceder a una liberación ficticia que era en realidad una entrega a los espías norteamericanos procedentes de Palma. De hecho, el gobierno alemán temió hasta el último momento que sus fiscales lanzaran una orden de arresto contra Donald Rusmfeld. Finalmente, Gerhard Schröder respiró tranquilo cuando pudo recibir a Bush sin sobresaltos.

A donde mandarlo para que no vuelva

La tortura es una actividad industrializada. Las consignas de la CIA dividen a los países torturadores según la naturaleza de la confesión a extraer. El destino del vuelo será Jordania si se precisa un trabajo profesional, sin huellas de malos tratos y con declaraciones de algún valor. Por el contrario, si se busca la anulación física del prisionero, el destino ideal de los vuelos de secuestros es Siria –un país que casi pertenece al eje del mal, lo cual demuestra la hipocresía de las bravatas de Bush–. Finalmente, El Cairo está considerada la meta más brutal, donde los detenidos desaparecerán sin dejar rastro. Las revelaciones efectuadas por este periódico han permitido ampliar el mapa de los destinos con programa de torturas. Los aviones de la CIA con base en Palma han volado frecuentemente a y desde Libia, un vínculo inesperado con otro Estado con el sambenito de terrorista hasta hace unos meses. Los secuestros llevados a cabo por los aviones que frecuentan Mallorca superan el centenar. Estados Unidos tiene casi diez mil presos deslocalizados por todo el planeta.


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