07 agosto 2013

La España actual




La España actual

Ni me gusta ni la quiero.

Quiero a muchos españoles y españolas por una razón u otra (como detesto también a muchos otros y otras, posiblemente a los mismos que ellos deben detestar mis visiones, expectativas y deseos y a mi mismo si me conocen), pero no puedo querer al conjunto España-organización política-económica porque es todo lo contrario de aquello a que aspiro, deseo y quiero.

No quiero una España esclava, alfombra, de los hiperfuertes salvajes imperialistas y tirana e injusta con los pequeños, países y ciudadanos incluídos: “O eres de los míos, en cuyo caso te daré la razón (y algo más) aunque no la tengas, o jódete”.

No quiero una España que opta por procurar la máxima riqueza económica (concentrada en unos pocos de la propia Administración y amigos) en lugar de por la máxima riqueza social (totalmente repartida).

No quiero una España en la que el poder legislativo y ejecutivo son el mismo y ambos desean y procuran que también lo sea el judicial.

No quiero una España fascistoide y corrupta que defiende la mediocridad y cutrerío administrativo y exige la excelencia económica para tener derecho a una educación superior. No quiero una España en donde la solidaridad no sólo no es un fin sino que es un defecto criticable y criticado

No quiero una España chulesca en permanente conflicto con los pequeños: pueblos, naciones, o personas. Fuerte y valiente con los pequeños, débil, cobarde y sumisa con los grandes.

No quiero una España injusta que, aparte de la corrupción de sus gobernantes y amigos, su organización permite que los ricos más ricos del mundo y los pobres más pobres del mundo sean españoles.

No quiero una España cuyos gobernantes fascistoides exigen el cumplimiento a rajatabla de leyes de cuarto rango para que pagues intereses de usura y se pasa por el forro la primera de sus leyes, la Constitución, en su obligación de hacer que todos los españoles tengan una vivienda digna y suficiente y un trabajo digno y suficientemente remunerado: Más del 50% de jóvenes, universitarios incluidos, sin trabajo ni prestación. 0% de miembros de su secta sin trabajo y con prestaciones muchas veces muy sobredimensionadas en relación a su capacidad y actividad. Tanto que se ha convertido en estudio y profesión: miembro del partido, de la secta.

No quiero una España casposa e ignorante cuya fiesta nacional es la que es y que ataca su propia riqueza de la diversidad cultural y lingüística. Y que ataca a la defensa de la naturaleza, a su propia riqueza ecológica y a quienes las defienden.

Y lo que digo de España, exactamente igual, lo digo de Illes Balears, Mallorca, Palma o Felanitx. 

Antoni Ramis Caldentey
Psicòleg humanista social
07-08-2013


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