Cuando la fórmula
“Ingresos – gastos” da un resultado negativo tenemos un problema económico que
precisa una pronta solución.
El resultado se puede
corregir bien incrementando los ingresos o bien reduciendo los gastos. La experiencia
social nos aclara que la primera forma facilita el crecimiento económico de las
sociedades, mientras que la segunda produce un menor desfase entre gastos e
ingresos, pero también un decrecimiento económico.
Podemos
aceptar el decrecimiento por necesidad imperiosa de reducir gastos sin saber
(incompetencia) como incrementar ingresos siempre que estos gastos que se
reducen sean gastos superfluos, pero si los gastos que se reducen son las
máquinas y motores de producción de los ingresos hacemos un mal negocio:
reducimos los gastos, pero ocasionamos una reducción mucho mayor de ingresos.
Y ésta ha sido la
solución planteada hoy por Rajoy en el Parlamento: unas medidas (incremento del
IVA reducido, supresión de la paga extraordinaria de diciembre de los funcionarios, supresión de la prolongación de
subsidio a los parados de larga duración,...) que reducen el gasto, pero en una
medida muchísimo mayor los ingresos. ¿Tonto de capirote o malo de solemnidad?