31 diciembre 2010

Año 2011. Y tú, ¿qué le pides al año 2011?


Y tú, ¿qué le pides al 2011?
Tiempo de ilusión

Acaba el año 2010. Un año que ha visto acentuar la crisis económica que nos afecta mucho a casi todos y la crisis ética que afea y enriquece a la mayoría de dirigentes, políticos, financieros y empresarios del mundo liberal de la globalización económica y que es causa directa de la otra crisis, la que nos afecta a los demás (quizás, por esta razón, muchos jueces y mayoría de votantes tengan la ilusión de ser también de quienes ocasionan la crisis en lugar de ser de quienes la sufren).

Ahora es tiempo de ilusiones, de ilusión (ilusión, de iluso, que percibe una imagen diferente de la que proyecta el objeto presente, por un problema sensorial o racional del sujeto que la percibe. Ello puede provocar una falsa esperanza sin fundamento real). Es tiempo de pedir a los pajes de los Reyes Magos aquello que anhelamos, aquello que deseamos o aquello que necesitamos. Dentro de poco, al inicio del año nuevo, en este caso el 2011, llegan los Reyes y, si hemos sido buenos, nos traerán lo que les hemos pedido fervientemente, la fe mueve montañas, y si hemos sido malos, carbón, carbón con el que encender el fuego eterno en el que purgaremos para siempre nuestra maldad (hay males de principios del siglo pasado que siguen doliendo ahora).

¿Y tú, qué le pides al año 2011? ¿Qué le pides a los Reyes, a los magos, claro?

Yo sólo le pido dos cosas, dos ilusiones y, como tales, casi seguro imposibles:
1ª Que se cumpla el artículo 35.1 de la Constitución española de 1978, teóricamente vigente: “Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la elección de la profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de raza o sexo”.
2ª Que en las elecciones autonómicas y municipales de la primavera del año que empieza, 2011, ganen, en todas las naciones, nacionalidades y autonomías, así como en todos los consells, diputaciones y ayuntamientos, opciones de pacto de tres o más partidos y, a ser posible, que sean, en sus estatutos, más partidarios del bien social que del bien capital; ya que mayorías absolutas o coaliciones de dos se parecen, de hecho, a dictaduras absolutas o a dictaduras relativas y caen más fácilmente, casi indefectiblemente, en la corrupción.

Amen.
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